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Francisco nos obsequió tres días de alegría y de paz y reavivó la fe del pueblo paraguayo

Francisco nos obsequió tres días de alegría y de paz y reavivó la fe del pueblo paraguayo

Finalmente, al cabo de tres días de profunda emoción y reavivación de la fe cristiana, el Mensajero de la Alegría y de la Paz, el Papa Francisco, abordó esta noche la aeronave de Alitalia que lo lleva de vuelta rumbo a Ciudad del Vaticano.

Fueron tres jornadas, intensas, durante las cuales, fiel a su estilo, el Papa Francisco estuvo en contacto muy próximo con el pueblo paraguayo.

El viernes último, tras las ceremonias protocolares de Estado, el Sumo Pontífice emitió su primer mensaje y entre todos los puntos abordados, Francisco declaró nuevamente su profundo respeto y cariño por el pueblo paraguayo y por la mujer paraguaya.

“Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por su posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos– quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de su pueblo”, señaló ese viernes en Palacio de López.

“Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos dramáticos de la historia. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”, reiteró Francisco en aquella oportunidad.

Ese día, también se detuvo en el penal del Buen Pastor y bendijo a las internas de dicha penitenciaría.

Luego, el sábado, visitó a las niñas y niñas internadas en el Hospital General Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”. Rezó y los bendijo a ellos y pidió a Dios para que les devuelva la salud. La bendición y las palabras de aliento del Pontífice también fueron para los padres de esos niños.

Siguió un maratónico desplazamiento hasta el Santuario de la Virgen de Caacupé, donde celebró la misa y dijo su primera homilía.

“Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre La Virgen de los Milagros de Caacupé. En un santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos. Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre. Cuántas lágrimas y despedidas. Venimos siempre con nuestra vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que hay alguien que nos espera”, dijo en esa ocasión Francisco.

El Pontífice cerró la liturgia anunciando que el Santuario de la Virgen de Caacupé era elevado a Basílica Menor.

En la tarde de ese sábado, Francisco tuvo su encuentro con la sociedad civil en el polideportivo León Coundou, en Asunción.

La gente tuvo oportunidad de expresarle al Vicario de Cristo los padecimientos y esperanzas de cada sector social. Y Francisco respondió con un mensaje contundente, donde la fe comprometida con la acción fue la protagonista.

Las palabras del Pontífice fueron claras y precisas. Habló en contra de la corrupción, de la necesidad de un modelo económico basado en el ser humano antes que en las meras ganancias materiales, fustigó las ideologías que “no dejan pensar a los pueblos”, criticó a los políticos que chantajean los cambios que necesita cualquier sociedad y remató su mensaje aclarando que sus palabras no eran para “fulano o mengano”, sino para cada uno en particular. Fue aclamado.

Ya esta mañana, en Ñu Guasu, Francisco celebró una misa campal para cerca de 700 mil personas. Habló de la necesidad de “pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha,  de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir, cuidar.”

En horas de la tarde, tuvo un encuentro con la juventud en la costanera de Asunción, donde instó a los jóvenes a ser solidarios y a tener fe en Jesús.

Luego, se trasladó hasta el Memorial Ykua Bolaños, donde, al parecer, hubo un desborde de algunas personas que imposibilitó la presencia de Francisco en el lugar.

Finalmente, el Pontífice se dirigió al aeropuerto Silvio Pettirossi, donde el Presidente Horacio Cartes lo acompañó en un breve momento artístico para despedirlo.

Fueron tres días intensos, de mucha emoción para todos. Tres días de fe, de esperanza. Tres días durante los cuales el Mensajero de la Alegría y de la Paz invitó a todos los paraguayos a “abrir el corazón a Dios, a Jesús, a la Madre María.”

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