• La visita al humilde Bañado Norte, un imponente retablo en Ñu Guasu, la emotiva despedida en la Costanera y el paso por Ycuá Bolaños marcaron un domingo de gloria.

La impresionante cantidad de gente, las pesadas horas de vigilia, el barro, la emoción a flor de piel y todo tipo de circunstancias marcaron el último día del papa Francisco en Paraguay. La fe de las personas fue más fuerte, para superar cualquier adversidad y así soportar largas esperas que no pesaron tanto por esa ilusión que significó estar en el mismo sitio que el mensajero de Dios.

En cada sitio, Francisco pasó repartiendo bendiciones por todos lados, sin olvidar en ninguno de sus discursos a los niños, convirtiéndose para muchos en el “Papa de los chicos”, la alegría y la paz.

El fuerte operativo policial y la organización para muchos fueron los mejores logrados en mucho tiempo, más allá de los incidentes que se registraron en la noche cuando el papamóvil no paró en el Ycuá Bolaños tras un desbordamiento que, en definitivas, obligó  tomar una decisión que no fue la que todos querían, pero que demostró que la seguridad estaba por sobre cualquier otra cosa.

No se usó

El sistema de salud dejó en claro que, más allá de algunas expectativas funestas, no hubo ningún colapso ni crisis que soportar. De hecho, algunas camas que estaban preparadas para contingencias no fueron utilizadas, lo que fue testimonio de lo bien que se trabajó.