SAN PABLO. Agencias

Como buen albañil, hábil manejador del diccionario de piropos, un muchacho garoto no podía disimular que en el ir o venir al trabajo tuvo un “levante”, lo cual se pudo denotar en la amplia sonrisa que dejaba escapar en una cara frente a todos los compañeros, quienes lejos de seguir su ejemplo, sí le metían mano a la obra.

Era tanta la mueca de baboso que el “picaflor” dejaba escapar, hipnotizado por un celular del cual no quitaba ni los ojos ni los dedos, que el encargado de controlar el laburo se le fue con todo de una. Tras un breve reclamo, en el que no le dio tiempo ni a decir “i”, agarró el celular del joven y sin dudar un segundo lo tiró dentro de la mezcladora de cemento, que dicho sea de paso estaba funcionando.

En medio de la desesperación, no tanto por el aparato sino por el “corte” que se dio en los mensajesitos de amor, el joven metió la mano en la tolva incluso antes de que dejara de girar. Como no lo encontró, llegó a volcar toda la mezcla que se estaba haciendo hasta que finalmente dio con el dichoso celular.

Apurado lo enjuagó, pero ya no había caso. Al ver que no funcionaba más se fue plagueándose mientras el resto se reía del pobre “picaflor” al que le cortaron las alas.

RESULTÓ SER “VIRAL”

La acción no quedó solo como una “anécdota” de trabajo, ya que los demás compañeros de la obra estaban filmando todo lo que pasaba. Una vez captado el incidente, el video fue subido a las redes sociales, donde en la página de YouTube se volvió “viral”, o sea que se repitió una y otra y otra vez. En solo una semana, ya fue visto más de 220 mil veces.