– Después de la clasificación contra Peñarol quedaste como ídolo por tu golazo, ¿cómo fuiste recibido a tu vuelta?

– Cuando llegué a casa luego del partido me recibieron mi mamá, mis tías, las que siempre están a mi lado, mi señora, mi hija y mi cuñada. Fue algo muy emocionante ver a toda esa gente que fue a apoyarnos y saludarnos en el aeropuerto. Ojalá que en cada viaje o cada partido sea así, hasta mis vecinos llegaron en casa a saludarme, ya que siempre fui muy humilde y eso no va a cambiar, recibí también el apoyo de todos mis amigos. Me escribieron en el Facebook, pero la verdad que ahora tengo muy poco tiempo para contestarles a todos o irme e verles. Me envían mensajes de aliento y la verdad que eso a uno lo fortalece y agradece ese hermoso gesto que tienen para mí y para todo el equipo para seguir en esto.

– ¿No pasás todo el día con tu celular, revisando tus redes sociales, haciéndote selfies?

– Yo no soy muy amante de las redes sociales, entro de vez en cuando para leer a los hinchas, pero muy poco es lo que escribo porque la verdad no es que me gusta tanto.

SUS COMIENZOS

“Desde chiquito me gustó el fútbol, algunas veces ya me retaban porque no quería estudiar. Llegamos al punto de que mis hermanos me tenían que llevar arrastrado a la escuela porque yo solo quería jugar al fútbol”, contó.

– ¿Pero alguna materia por lo menos te gustaba?

– La materia que más me gustaba en la secundaria era Educación Física. Jajaja… Gracias a Dios pude terminar mis estudios, gracias a la insistencia de mi mamá y mis hermanos.

– ¿Pero en tu familia creían que podías llegar a ser futbolista?

– Yo siempre tuve el apoyo de toda mi familia cuando decidí que iba a ser futbolista profesional.

– ¿Dónde empezaste a jugar?

-Me inicié en el club Itá Ybate de Lambaré, después pasé a Colegiales. Luego me fui a la escuela de Hacienda. Más adelante ya probé en las categorías menores; primero en Guaraní, en donde reboté, de allí probé suerte en Cerro, donde también me rechazaron. Entonces ese año tuve que fichar por el club de mi barrio, el Itá Ybate. Ese fue mi primer fichaje, jugué en la categoría Infantil, luego a los 14 años ya debuté en la Primera. Después de eso probé de nuevo en Guaraní, y ahí sí ya me pude quedar.

– Eso fue una demostración de que no hay que rendirse…

– Sí. Seguí, no decaí porque siempre tuve ese apoyo familiar que es fundamental. El apoyo de mi papá, que ya está arriba, y de mi mamá. Ellos tuvieron que pedir prestado hasta a los vecinos un poco de plata para que yo no falte a las prácticas. Por eso voy a estar siempre agradecido a mis vecinos por habernos pasado la mano en ese momento de necesidad, se portaron demasiado bien conmigo, ya sea en lo económico como en otras cosas cuando yo necesitaba.

– ¿Disfrutaste de tu infancia, quiénes fueron tus amiguitos, de esos inolvidables?

– En mi infancia tuve muchísimos buenos amigos, y voy a ser injusto si le nombro a algunos nomás, en este momento mi mejor amigo es mi compadre, Diego de la Cruz, ya que yo soy el padrino de su hijo. Siempre estuvimos juntos, jugamos juntos, también estaba detrás de nosotros su hermanito Beto, quien siguió nuestros pasos, es jugador de Guaraní.

– ¿Qué pasatiempo tenés?

– El único pasatiempo que tengo es estar con mi familia, después no tengo otra afición. Para mí es lo máximo poder compartir con ellos el poco tiempo que tenemos los futbolistas. Trato de salir con ellos, darle su tiempo que también se lo merecen, porque ellos son los que están conmigo en las buenas y en las malas. Y también trato de disfrutar con mis amigos.

– Los futbolistas generalmente son amantes de la música, ¿qué escuchás?

– En el tema musical, la verdad que me encanta la cachaca, y lo comparto con otro compadre que tengo. Escuchamos cachaca piru, la verdad que mi señora siempre se queja de eso jajaja, pero es lo que a mí me gusta.

– ¿Cuáles son tus grupos preferidos?

– Me gustan un montón de grupos, en especial “La Sonora Dinamita”, también escucho cumbia o sea, escucho de todo.

– ¿Estás casado o en pareja?

– Sí, para mi señora Cinthya tengo solamente palabras de agradecimiento, ya que estuvo desde abajo a mi lado. Cuando yo estaba jugando en la Intermedia siempre estuvo a mi lado, cuando eso era mi amiga nomás. Pero siempre me apoyó, luego ya fuimos novios, hasta el colmo de que cuando éramos novios, algunas veces me tenía que prestar plata para el pasaje para que yo me pueda ir de visita junto a ella. Por eso estoy muy agradecido con ella, y ahora más todavía por haberme dado una hermosa hija que se llama Brenda. Ella me apoya a full, cada vez que jugamos viene a la cancha a gritarme ¡Dale papi!, esas cosas uno lo agradece infinitamente. También tengo una hija de 5 años que se llama Luana.

– ¿No es celosa la patrona?

– Cuando era niño tuve toda clase de mascotas, perro, gatos, hasta un loro. Y ahora yo soy el loro, pero lorito óga jajaja… nooo… mentira.

REVANCHA

– Venías jugando poco, ¿por qué?

– Porque vengo de muchas lesiones, de otras enfermedades, fue muy difícil para mí. El semestre pasado las lesiones me mantuvieron fuera de las canchas. Ahora, gracias a Dios pude entrar en este partido contra Peñarol y para más se me dio la oportunidad de ser el autor del gol de la clasificación, encima después de casi un año otra vez pude meter un gol.

– No debe ser fácil no jugar para un jugador…

– Mis hermanos son los más preocupados, ya que me preguntan si voy a jugar o no, están encima mío dándome recetas caseras para superar las lesiones. El famoso a lo yma guare, por decirte que con el desgarro que tuve me dijeron que le ponga ladrillo aku por la lesión.

– ¿Y les hacés caso?

– La verdad que la medicina avanzó demasiado, acá en el club tenemos los equipos y los médicos necesarios para tratar cualquier dolencia.

CREYENTE

– ¿Sos creyente?

– Yo le tengo presente a Dios en mi pensamiento, pero hay veces que uno se olvida de él cuando se está bien, eso lo que uno hace mal, yo reconozco que me falta un poquito más estar cerca de él, pero gracias a que este semestre me fue bastante mal, me acerqué bastante al Señor. Siempre le estoy pidiendo que me dé la fortaleza y también a mi papá que está allá arriba. Yo sé que él me está acompañando, que está vibrando conmigo.

SU VIEJO Y LA EMOCIÓN POR RECORDARLO

“Mi papá jugaba bien, llegó a jugar con nosotros en la canchita del barrio, y estoy muy contento por eso. Tengo muy lindos recuerdos con mi papá, muchas anécdotas, de todo un poco, me llevaba a la cancha”, recuerda.

“Inclusive, algo que nunca me voy a poder olvidar, se me pone la piel de gallina cada vez que me viene a la memoria. Estando en las inferiores de Guaraní no conocíamos la cancha, creo que teníamos que jugar en Areguá, entonces me llevó sin decirme nada. Cuando llegamos a la cancha, entro yo y él se queda afuera. Entonces me dice yo me voy de nuevo hijo y yo le pregunto ¿por qué? Y me respondió que no tenía para su entrada. Eso me tocó en el alma, sentí demasiado que no haya tenido para su entrada”, contó con emoción que le dejó con un nudo en la garganta.

“Yo estaba en la Sub 20 de Guaraní y creo que jugamos ante Luque. La verdad que eso hasta ahora me duele, me toca bastante, hoy por ejemplo le puedo dar una mejor vida a mi mamá, mi papá lastimosamente ya no está, pero voy a estar eternamente agradecido por ese gesto que él tuvo conmigo”, relató.

Confesó que cada vez que entra en la cancha le tiene presente a su papá. “Él era un hombre que siempre iba de frente, muchas veces faltaba cositas en la casa, pero él nunca se entregó, siempre nos daba fuerzas. Cuando yo estaba mal, me decía ‘fuerza che ra’y’. Hablábamos de hombre a hombre, siempre tenía una palabra de aliento para mí. Ahora, entre todos me dan su palabra de aliento, más mi hermano mayor, ya que tiene la facilidad para darme consejos, pero siempre tengo el apoyo de toda mi familia”, comentó.

SIN LUJOS

“Tengo un Toyota IST, que hasta ahora no lo puedo cambiar todavía, ya que acabo de terminar mi casa hace unos días, que es un regalo para mi señora y para mi hija. El resto después va a llegar, este es mi primer auto, que yo pude comprar con mi sueldo”, contó. Cuando jugaba San Lorenzo usaba un viejo Fiat Uno, que era de su mamá.

“Te cuento que la puerta no se trancaba, al terminar las prácticas, algunas veces no lo encontraba en donde lo había dejado. Ya que los muchachos solían moverlo de lugar, en broma y lo dejaban a la vuelta de la cancha. Una vez le encontré a una perrita, una de esas de la calle, dentro del auto, oñeno hína en el asiento”, contó entre risas.