- TESTIMONIOS. En el lugar se levantó un oratorio en honor a un mitã’i que murió trágicamente. “Es muy milagroso, yo te puedo asegurarlo”, dijo uno de sus fieles
PIRIBEBUY. “Cuesta llegar. Pero lograrlo vale la pena. De acá nos vamos renovados y con mucha esperanza. El milagro que pedimos se cumple, yo puedo asegurarlo. Me salvó de una enfermedad”, decía don Dionisio Gayoso (47), mientras cruzaba en medio de un feo camino rocoso y arcilloso y posteriormente subía a un “cerrito”.
Allí, en medio de arbustos y árboles se encuentra una cruz y el nicho de un niño de nombre Salvador, que hace varios años murió de una manera trágica en el lugar. La zona es conocida como Kurusu Salvador y está ubicada en el barrio San Blas.
“A él se lo debo todo. Le tengo mucha fe” agregó y acto seguido comenzó a rezar frente al pequeño oratorio que se construyó en el sitio. Como Dionisio hay cientos de personas que llegan hasta la cruz para encomendarse al niño milagroso.
“Le rezamos y le pedimos favores. Los cumple sí o sí. A mí me dio salud cuando lo necesitaba. Es muy milagroso, yo te puedo asegurarlo”, dijo por su parte don Juan Cáceres.
“De todas partes viene la gente a pedir favores y milagros. A la mayoría les cuesta llegar porque está escondido, pero se van llenos de esperanza de aquí”, agregó doña Josefina González.
Según cuentan, Salvador Olivella fue un niño que murió aplastado por una roca de gran tamaño cuando buscaba lodo o arcilla.
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