Quiero un consejo tuyo licenciada, resulta que estoy saliendo con un hombre mayor, que me pasa 25 años. Esta persona tiene 47 años, me gusta mucho, estoy muy enamorada de él, pero nos discutimos, me dijo muchas cosas y me pegó por la cara y siento que lo quiero dejar, pero no puedo otra vez.

Tiene un carácter que es imposible de aguantar y también anda mensajeando con mujeres y no quiere que revisé su celular porque tiene algo, por eso no quiere, seguro tiene otra.

Por eso me trata muy mal. Nos conocimos en el trabajo, éramos compañeros en una fábrica de costura, empezamos intercambiamos números y salimos hace 5 meses. Ahora dejé el trabajo, él me ayuda económicamente y me voy con él a su casa todos los fines de semana.

Prometió ayudarme a retomar mis estudios, es la primera vez que reacciona por mí, por tocar su celular. Se disculpó después conmigo, me juró estar arrepentido de lo que hizo.

A veces pienso que es imposible andar con él, porque soy muy celosa, por eso más nos peleamos. Cuando se pone nervioso nomás cambia, pero ya me dijo que nunca más me va a tocar y no quiere que le deje tampoco. No soporto que mensajee con otras y me revienta que esconda de mí su celular para que no revise sus mensajes.

No sé qué debo hacer, lo quiero dejar y no puedo, demasiado lo quiero y no me animo. Quiero que me ayudes a tener una relación tranquila y cómo puedo entender por qué me dan esas ganas de querer mensajearle y llamarle a cada segundo, no se cómo evitar eso.

SONIA, DE YPANÉ, 22 AÑOS

RESPUESTA: Creo que están arrancando con el pie izquierdo si es que hay celos, desconfianza y violencia de por medio. Si quieren darse una oportunidad tendrán muchas veces que ceder y mejorar la comunicación entre los dos, fijarse metas y trabajar por ellas.

Hay que trabajar la autoestima y seguridad, aprender a reconocer cuando es una relación tormentosa que te hace mal. Aprovecho para contarte sobre el ciclo de la violencia y espero que le sirva a otras mujeres que se sientan identificadas con tu historia.

Este ciclo se divide en tres fases que se repiten una y otra vez: acumulación de tensión, crisis y luna de miel. Él empieza con pequeñas agresiones, insultos, reclamos, enojo, ella trata de calmar a su pareja para que la violencia no suba de tono: se comporta cariñosa, complaciente, evita molestarlo.

Aunque no lo exprese, se siente enojada y para aguantar la situación ella se refugia en la negación, justifica la conducta de su pareja. Con el tiempo, los incidentes menores se hacen más frecuentes y él aumenta su posesión, la humilla y las agresiones verbales se vuelven más hostiles.

Las víctimas experimentan depresión y sentimientos de desesperanza y empieza la luna de miel. Durante este período, él cambia radicalmente su conducta mostrándose cariñoso, amoroso y considerado. Se arrepiente de la agresión, pide perdón y promete que no volverá a ocurrir. Y todo vuelve a comenzar si no te decides a cortar con la violencia, denunciando.