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“Maté a 50 personas, ahora soy predicador”

“Maté a 50 personas, ahora soy predicador”
  • TESTIMONIO. En esta nota cuenta cómo nació en él ese “instinto” asesino. Además, las fechorías que cometía y cómo su vida cambió por completo al ver la “Luz Divina”

Por Rodrigo Valdez

(rodrigovaldez@crónica.com.py)

Una jarra de tereré y una Biblia son sus fieles compañeras en su humilde vivienda, ubicada en Luque. Se lo ve tranquilo, sonriente.

A simple vista nadie se puede imaginar que esa persona fue uno de los criminales más sanguinarios en la década de los 80 y 90. Mató a más de 50 personas, confiesa. Su cojera y las cicatrices en su cuerpo, productos de balazos que recibió, solo hacen que recuerde lo brutal que fue su pasado.

Fue socio de los peores matones y ladrones de esa época, con quienes realizó golpes de aquí para allá. Hablamos de Rubén Martínez Cabral (59).

El hombre estuvo varios años preso y hoy en día dijo que se gana la vida trabajando honradamente. Comentó que fue en la cárcel donde Dios hizo que su vida cambie por completo.

En esta nota cuenta cómo nació en él ese instinto de matar sin compasión a sus víctimas y cómo vio la “Luz Divina”.

– ¿Cómo fue que nació tu vida de delincuente?

– Yo vivía en Encarnación. Allá por el año 1977 vine a Asunción en busca de mejores horizontes, ya que éramos muy pobres. Hice de todo un poco. En el año 1980 estaba hospedado en un hotel, donde también estuvieron los que habían matado a Anastasio Somoza (exdictador nicaragüense) había sido, yo no sabía eso. Yo me hice amigo de ellos, sin saber lo que ellos planeaban, nunca sospeché nada. Lo cierto es que cuando ocurrió el atentado contra Somoza, dos días después la Policía llegó a mi habitación y me detuvo, me llevaron a Investigaciones sin tener nada que ver con el asunto.

– ¿Y qué pasó ahí?

– Me torturaron todo mal. Mi cabeza y mi garganta me rompieron a culatazos. La tortura fue terrible. Me metieron a una pileta llena de gusanos, pusieron batería con magneto por mis testículos, las uñas me sacaron con pinza, me tiraban agua helada. Yo quería morir nomás ya, no aguantaba el dolor. Hasta que después comprobaron que no tenía nada que ver y salí, pero con un odio en mi corazón por la Policía, ahí nació en mí lo de la delincuencia, ellos hicieron de mí un delincuente. Te explico cómo. Fui a trabajar como chofer en la línea 8 y lo primero que hice al cobrar fue comprar para mi revólver y comencé a matar policías a sangre fría, no me importaba nada, un demonio se apoderó de mí. Maté 17 policías por ahí. Mi pensamiento en ese momento era ‘ellos no tuvieron misericordia por mí y yo tampoco debía tener compasión de ellos’. A lo largo de mi vida como criminal maté a 50 personas y los que herí no sé ni cuántos. Trabajé con los mayores criminales de este país.

– ¿Qué les decís a los familiares de esas personas que mataste?

– Les pido disculpas y perdón. Sé que no alcanza, ni sirve. Siento mucho, dañé a muchas familias y me duele en lo más profundo de mi corazón.

Atracos terribles, encabezaba motines y escapes de las cárceles

– ¿Qué golpes llegaste a cometer?

– De todo. Tenía un odio dentro de mí. Encabecé asaltos millonarios, robos, traficaba drogas como marihuana y cocaína acá en Paraguay y en Brasil. Me contrataban para matar, y otros tipos de atrocidades que hoy en día me duele recordar. De hecho en un enfrentamiento con la policía en Pirapó 13 ligué 3 balazos. Me salvé de milagro.

– Incluso llegaste a escaparte varias veces de la cárcel…

– Sí, comandaba los motines. Me escapé de Tacumbú, de Emboscada. Ya te digo, no me importaba nada. El demonio vivía en mí. Recuerdo cuando estaba en Emboscada, el director me dijo ‘Martínez Cabral esta es una cárcel de máxima seguridad, de aquí nadie se escapa’. ‘Jahecha vaerã’, le contesté.  A los 9 días me escapé. Estuve varios días sin comer ni beber agua, hasta que luego me agarraron de vuelta.

Un rayo “milagroso” que le hizo ver la luz y le cambió la vida

– ¿Y hoy a qué te dedicás?

– Trabajo, hago de todo un poco, honestamente. Además voy a predicar a las cárceles.

– ¿Cómo fue que tu vida cambió?

– Estando en la cárcel de Emboscada me bauticé y desde ahí cambié. Dios me tocó. Fue como un fuego que se apoderó de mí. Temblaba todo. Unos días después estando en el patio un rayo cayó sobre mí. Ahí Dios me habló y me pidió que le sirva. Me dijo que iba a salir en libertad. Salí antes que mi condena se cumpla. Desde esa vez y hace 18 años que voy a diferentes cárceles de nuestro país a llevar su palabra. Sé que maté a 50 personas, y estoy muy arrepentido. Ahora soy predicador. Quiero ayudar a las personas que necesitan para que cambien también, sé que con mi testimonio puedo llegar a muchos. Les pido a los jóvenes que no se metan en la delincuencia, es lo más feo que hay, ahí se sufre mucho. Yo toqué fondo. Me arruinó la vida, gracias a Dios pude salir de eso. Con Él todo se puede.

Socios

Martínez Cabral trabajó con muchos de los criminales considerados de los más peligrosos en nuestro país, por los golpes que realizaban.

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