• UN DÍA. Don Nelson Medina es guardia de seguridad, sale de su casa a las 05:00 y regresa pasado la medianoche cuando todos ya duermen

Ser guardia de seguridad, en la mayoría de los casos, implica sacrificar muchas cosas en el ámbito personal, como por ejemplo, la familia. La vida de don Nelson Medina (48) refleja lo que muchos de estos trabajadores viven día a día. Trabaja 18 horas: sale de su casa a las cinco de la mañana y llega pasando la medianoche.

Prácticamente no ve en la semana a su señora y a sus hijos, pero todos los domingos les dedica el día entero para compensar el tiempo perdido. “Hace más de 20 años que estoy en esto y ya me acostumbré. Duele mucho no poder pasar más tiempo con ellos”, lamentó.

Cuando llega a su casa le queda el consuelo de ver a sus hijos durmiendo tranquilos y tal vez soñando con un futuro diferente al de su papá. Nunca se acuesta antes de darle un beso en la frente a cada uno. “Tengo un hijo de 9 años y otro de 15 años, el mayor es especial, nació con un retraso en la mente”, relató.

Los peques ya se acostumbran a que él no esté, pero el más grande es el que suele reclamar su tiempo. Por otro lado, comentó que es consciente de que el trabajo que realiza es bastante riesgoso, pero no hay de otra. “Nosotros somos la carnada de los delincuentes”, dijo. Don Medina cuida varias casas en el barrio Herrera. “Los delincuentes saben que estamos y entonces casi ni vienen por acá”, he’i.

Recorre las cuadras

Don Desiderio Insfrán (58) lleva ya muchos años siendo guardia de seguridad. Trabajó en varios lugares y ahora está en un conocido barrio de Asunción cuidando las casas de importantes figuras.

“Yo acá controlo todo, recorro uno por uno las casas para ver si no dejaron el portón abierto o si no hay nada sospechoso”, relató.

Explicó que cuando ve malandros tratando de robar o hacer su macanada le mete un tiro al suelo y así corren todos de el. “Pero acá muy poco pasa porque en todas las cuadras prácticamente hay guardia”, dijo.

Comentó que tiene ocho hijos, uno de ellos es policía, otro también es seguridad, mientras que los demás están estudiando aún. “Es mucho sacrificio, yo trato de sacarles adelante, siempre traté”, he’i.

Don Desiderio trabaja de 6 de la mañana a 6 de la tarde. “Por lo menos tengo libre ya después, pero es un trabajo bastante riesgoso, estamos expuestos a todo”, finalizó.