La tumba de Jesús, el sitio más venerado del mundo cristiano, consiste actualmente de una losa o lecho mortuorio de piedra caliza que fue tallada en la pared de una cueva. Al menos desde 1555, aunque probablemente desde siglos antes, ese lecho mortuorio estuvo protegido con una cubierta de mármol, supuestamente para impedir que los peregrinos arrancaran fragmentos de la roca original como reliquias. Según la tradición, allí fue sepultado el cuerpo de Jesucristo.
¿ES DE VERDAD?
Los investigadores afirman que algunos hallazgos parecen confirmar que aún están presentes en el lugar algunas partes de la tumba, las cuales han sobrevivido a siglos de daños, destrucción, y reconstrucción en la circundante Iglesia del Santo Sepulcro en la ciudad vieja de Jerusalén.
INSPECCIÓN
En octubre pasado, cuando se retiró la cubierta de mármol, la inspección inicial del equipo de conservación de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas solo halló una capa de material de relleno subyacente. No obstante, conforme los investigadores continuaron su labor ininterrumpida durante 60 horas, quedó expuesta otra losa de mármol con una cruz tallada en la superficie. Y así, al caer la noche del 28 de octubre, pocas horas antes que volvieran a sellar la tumba, el lecho mortuorio original de caliza fue revelado, intacto.
RESTAURACIÓN
Un restaurador retira escombros bajo una losa de mármol fracturada, para exponer la superficie de roca original de lo que se considera el lugar de sepultura de Jesús.
EVIDENCIAS
“Estoy completamente sorprendido. Me tiemblan un poco las rodillas porque no me esperaba esto –dijo Fredrik Hiebert, arqueólogo de National Geographic-. No podemos asegurarlo al 100 por ciento, pero parece prueba visible de que la localización de la tumba no ha cambiado con el tiempo, algo que científicos e historiadores se han preguntado desde hace décadas”, dijo el científico cuando hicieron la restauración de la tumba.
EXPOSICIÓN
Dentro del Edículo (o santuario) del siglo XVIII que alberga la tumba, se encuentran las paredes de caliza originales de la cueva, donde los arqueólogos han abierto una ventana en la pared sur del santuario para exponer una de las paredes de la cueva. “Esta es la roca sagrada que ha sido venerada durante siglos, pero solo hasta ahora podemos verla”, dijo la directora de Supervisión Científica Antonia Moropoulou, quien dirigió los trabajos de conservación y restauración en el Edículo.
HISTORIA
Las primeras referencias de la sepultura de Jesús se encuentran en los Evangelios canónicos, los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento, posiblemente escritos décadas después de la crucifixión de Cristo hacia el año 30 d.C. Aunque los detalles varían, los relatos describen, de manera consistente, que Cristo fue sepultado en una tumba excavada en la roca que pertenecía a José de Arimatea, un judío rico seguidor de Jesús. En opinión de Dan Bahat, exarqueólogo urbano de Jerusalén, “no podemos estar absolutamente seguros de que el sitio de la Iglesia del Santo Sepulcro sea el sitio de sepultura de Jesús, más no hay otro sitio del que pueda afirmarse lo mismo con igual certeza; y en realidad, no tenemos razón alguna para rechazar la autenticidad del sitio”.
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