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“Me separé de mi señora, pero no quiero que mi hija sufra”

“Me separé de mi señora, pero no quiero que mi hija sufra”

Tuvimos una hija y nos pusimos de acuerdo para vivir juntos en mi casa, pero como no se sentía cómoda con los míos nos mudamos a una casa nueva, donde al poco tiempo ingresaron como dueños sus dos hijos, ya en la cercanía de mayoría de edad, los cuales resultaron ser muy maleducados y desubicados. Tal es así que el mayorcito se acostaba en el medio de la cama cuando escuchaba que su madre y yo estábamos hablando y no nos poníamos de acuerdo en cómo iríamos a vivir todos juntos ahí, ya que la casa no era grande.

Había solo dos dormitorios donde en uno estábamos ella y yo, y en el otro, además de los varones, nuestra niña de corta edad. Así pues que no era bueno para la salud mental de esa criatura que sus hermanos varones compartan la habitación con ella según un criterio lógico. De tanta intromisión, un día le dije al mayor que estaba cansado de su irreverencia y lo increpé duramente de palabras, a lo que me dio un puñetazo en mi rostro y le respondí.

La madre le gritaba con una voz de adolescente miedosa “Mira lo que le hiciste”. Y no tuvieron mejor idea que tergiversar los hechos y decirles a las autoridades que yo los quería matar. Se solucionó eso, pero nos separamos ella y yo. El tema es nuestra hija, en un comienzo éramos felices, y a raíz de la intromisión de estos rufiancitos, y de otros hombres que descubrieron dónde ella vivía, la acosaban mientras yo no estaba. Convenciéndola a que me realice una exclusión de hogar para poder verse sin mayores problemas en la vivienda. Típico caso de mujer de vida alegre.

Lo que siento es que me han robado la infancia de la niña, que ya se estaba acostumbrando a su papá que venía siempre con regalos del trabajo y a quien recibía siempre corriendo y con los brazos abiertos. Hasta dónde puede ser tan canalla una persona como para interponerse en el amor de un padre a una hija. Del enojo, quedó muchas cosas sin comentarle. Lo saluda muy atentamente.

ROLANDO, DE ATYRÁ, 44 AÑOS.

RESPUESTA: Las separaciones de pareja siempre son dolorosas, y si hay hijos en común es inevitable que sufran, pero hay que buscar amortiguar el dolor y hacer que la vida continúe de la mejor manera para todos. Hay dos aspectos fundamentales a tener en cuenta cuando una relación se rompe, una es la parte legal del proceso y la otra es la parte psicológica.

En lo segundo es donde te puedo ayudar con más propiedad porque no conozco los pormenores del caso, pero si por la experiencia en consultorio te cuento que se requiere tiempo y ayuda para recuperar esa estabilidad emocional que por la situación cambia y que a veces trae consecuencias. Lo importante es que ambos padres tengan una causa común por encima de todas las discusiones, peleas o diferencias: que los niños sigan creciendo felices.

Ambos deberían poner de su parte y dejar de lado todo tipo de reproches, esa rabia por las cosas que no funcionaron siendo pareja y ponerse las pilas -como padres- para que el trato sea bueno y evitar traumas que afecten a los chicos en un futuro.

Hay que explicarles y darles un mensaje claro a los hijos que “papá y mamá ya no van a vivir en la misma casa, pero que ambos lo quieren muchísimo”. Que van a estar con ellos, cuidándolos, protegiéndolos y queriéndolos aunque ya no vivan todos juntos. Podes escribir tu consulta al correo aliviocorazon@gmail.com

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