LÁGRIMAS. Luego de haber conquistado el corazón de la cabeza de toda la Iglesia Católica, el Papa, la enfermera volvió a abrazar al Pontífice
ROMA. Liz Fretes, la enfermera que dio su testimonio en la Costanera de Asunción cuando el Sumo Pontífice pisó tierra guaraní, nuevamente estuvo abrazada con Francisco gracias a la visita que hizo al Vaticano en compañía de sus amigos.
En medio del bullicio de centenares de creyentes en la plaza del Vaticano, Francisco se acercaba al grupo de jóvenes paraguayos. Mientras ellos ya lo llamaban, Liz, con voz quebrada y cargada de emoción le decía “ellos son mi grupo de amigos que te conté y aquí estamos, ellos fueron los que me sostuvieron a mi, soñamos y hoy estamos acá”, le decía la enfermera al Sumo Pontífice.
Francisco, al recordarse de Liz y ver a los compatriotas a su lado, en medio de risas hace una broma diciendo “hace calor acá, son paraguayos y sin tereré”.
Fue entonces donde Liz le obsequió un sombrero pirí, un cuadro con la imagen de la Virgen de Caacupé y le pidió que bendiga la imagen de madera de la patrona del Paraguay, quien es la que les acompaña siempre en todo su peregrinar.
Terminando su encuentro con los paraguayos, el Papa una vez más alabó a la kuña paraguaya diciendo “Paraguay tiene las mujeres más heroicas de América. Buen tereré con chipa”, dijo Francisco y se retiró tras darle un emocionante abrazo.
Cuidaba a su mamá y a su abuela de 84 años
Liz conmovió al Papa cuando contó que es enfermera, pero no estaba ejerciendo por falta de trabajo, además de ser el sustento para su mamá quien padece de Alzheimer y a quien debe cuidar a su de 84 años. Pero a pesar de todo, su fe fue más y ella siguió luchando hasta hoy día que volvió a ver al Pontífice. Sin dudas es todo un orgullo para San Bernardino, ciudad de la que es oriunda.
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