En una casilla de color amarillo ubicada a un costado de la avenida Venezuela, en Luque, frente mismo a un nosocomio, todos los días, desde tempranas horas, se encuentra trabajando María Eduvigis Espínola, una doña de 86 años que se gana la vida vendiendo minutas, gaseosas, golosinas y otras cositas en su casillita.
Con una sonrisa alegre, acomodándose su canoso cabello, doña Eduvigis revolvía la carne que estaba cocinando para empezar a preparar unas ricas empanadas que luego iba a exhibirla en su vidriera. “Hace más de 20 años que estoy por acá, yo había comprado este lugar y desde entonces me quedé”, decía la abuela.
Desde muy niña ella conoció el sacrificio. Su primer trabajo fue pelar la caña de azúcar que traía su abuelo del kokue. “Pelaba la caña de azúcar, después de grande vine hacia la ciudad y empecé a vender las cosas por ahí, hasta en tren llegué a andar mucho porque ahí ofrecía mis cosas, dulce de guayaba, maní, todo casero” he’i Eduvigis, quien mantuvo a 8 hijos, sin la necesidad de un arriero.
Ella es oriunda de Villa Hayes, pero hace varios años que se convirtió en luqueña, lugar donde tiene su propia casa en el barrio San Carlos. “Todos los días vengo de Luque, y me gusta luego trabajar”, terminó diciendo la doña.
86 AÑOS
Es la edad que tiene la abuela, que es un ejemplo de lucha y vida.
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