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Infierno, impotencia y dolor

Infierno, impotencia y dolor

CONSUMIDA. “Me quedé shokeada. Cuando me enteré que el fuego se estaba concentrando en el Bloque C fue peor. Yo soy bombero, pero trabajo ahí” contó Gissel, una de las afectadas

El fuego consumía todo a su paso. La columna de humo “ensuciaba” las nubes y se dejaba ver a más de 50 kilómetros de distancia. El panorama era desolador. Sin heridos ni muertos, por suerte, las pérdidas económicas eran millonarias. Varios propietarios de los locales comerciales que se convirtieron en cenizas dentro del Bloque C del Mercado de Abasto no podían contener la impotencia y el dolor que los carcomían por dentro.

Sirenas cruzan desde distintos puntos de la capital y otras ciudades de la Gran Asunción se hacían sentir como una esperanza que esto no vaya más allá del perjuicio que de por sí ya había causado. Entre esas personas que se alistaban para enfrentar este infierno estaba Gissel Araújo, de la compañía de Areguá.

El día de ayer se encontraba de guardia en su cuartel y su corazón se paralizó al escuchar que se declaraba Emergencia General en el Abasto. “Me quedé shokeada. Cuando me enteré que el fuego se estaba concentrando en el Bloque C, fue peor. Yo soy bombero pero trabajo ahí. Lo perdí todo. Imagínate tu trabajo, tu fuente de vida, ganancia y que vos misma vayas a ir y ver en qué quedó fue algo muy fuerte, familias enteras quedamos sin nada”, dijo Gissel.

El fuego se propagó por unas mil casillas, comedores y despensas de ramos generales. Varias dotaciones de bomberos debieron entrar a batallar contra llamas voraces que alcanzaban varios metros de altura y más de 1.000 grados de temperatura.

“Perdí treinta años de lucha”

Tan solo un rato después de haberse retirado del lugar, varios volvieron “volando” alrededor de las 13:00 ante la voz de alerta. Parecía un chiste, pero era una realidad que golpeaba en lo más profundo de cada uno.

“Yo recibí una llamada de una compañera del mercado. No esperé encontrar así de grande este incendio. Mi negocio de ramos generales perdí todito, es producto de mi sudor y sangre. Es el fruto de mi trabajo de toda la vida. Perdí treinta años de lucha”, decía en medio de llantos Estefana Cuéllar (40), propietaria del “Comercial Stefanía”.

“Trabajamos para ganar un poco de plata. No tenemos seguro. Vamos a seguir luchando. Le pido fuerzas a Dios para poder seguir luchando”, remató Cuéllar, dejando al relieve lo que significa este incendio para quienes trabajan en el lugar.

“Perdí todito mi comedor”

Ña Graciela Rojas, propietaria del comedor “Ña Graciela”, acudió al Abasto con su marido ni bien se enteró del incendio. “No sabemos dónde empezó el fuego, pero ya nada se puede salvar. Hace 6 años que estamos trabajando, sinceramente no sé cuánto lo que perdí. Después vamos a calcular. Pero perdí todito lo que tenía en mi comedor. Yo creo que fue algún cortocircuito la causa del incendio. Siempre fue problemático”, he’i la afectada.

Los bomberos se quedaron sin agua

En pleno fragor de la lucha en contra del tata feroz, los bomberos opyta sin agua. Tremendo fue el esfuerzo de los voluntarios, ya que aparte de pelear contra el incendio, tuvieron que pelear contra la falta de agua en el sitio. Los cuerpos de toda Asunción y el departamento de Central se unieron en la lucha porque el fuego no se propague por otros bloques.

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