Éver Cáceres demostró que en la vida se pueden cometer muchos errores, pero cuando te dan una segunda oportunidad, la tenés que aprovechar al máximo voi. A Éver le faltaban siete meses para salir de la cacerolita, pero como siempre se portó demasiado bien, el Ministerio de Justicia le perdonó parte de su condena por andar al pie de la letra y participar de los cursos para su reinserción social.
“Durante mi estadía en el penal me dediqué a capacitarme y a aprender las técnicas para forrar los termos, así como repujado y pinturas en cuero”, he’i.
El preso kue ndaje tiene hermanos que son dibujantes, pero él ni ahí que entendía de esas cosas. Dijo que ahora “ya tengo un oficio que me va a generar un ingreso…, un poco de platita para ayudar y sacar adelante a mi familia”.
Aparte de aprender, avei se dio el lujo de enseñar a cuatro de sus compañeros del pabellón Libertad de Tacumbú con quienes piensa seguir trabajando. He’i que “mi idea es armar un negocio en la zona del Mercado N.º 4 o en Santaní, de donde yo vengo”.
De esa manera podrá seguir colaborando con sus sociokuéra. “La idea es continuar con este trabajo para seguir ayudando a los muchachos. Quiero seguir visitándolos para seguirles orientando”, dijo.
Comentarios