• ODISPARÁMA LOMITÁ. Los pobladores afectados por la suba del río empiezan a emigrar a las zonas altas. Las basuras y las aguas de los desagües cloacales omone el lugar.

Gustavo Galeano, corresponsal. Ciudad del Este.

La excesiva cantidad de lluvia caída en los últimos días en la parte este del país, ya suma sus primeras preocupaciones de la ciudadanía en general. Esto es debido a que como todos los años, los ríos que rodean al décimo departamento suben con una tremenda velocidad y por ende las aguas se llegan con todo en los barrios más bajos, como por ejemplo, el barrio San Rafael y San Agustín, que reciben toda la furia de la naturaleza.

Según el informe de Hidrología de la Itaipú Binacional, hasta ayer el nivel del río Paraná en la estación hidrométrica del Puente de la Amistad alcanzó la cota de 113,5 metros. Eso significa que con la constante lluvia se genera mucha acumulación de agua, lo que finalmente termina desbordando tanto al río Paraná como al río Acaraymi, uno de sus afluentes.

Desde ayer varios organismos de ayuda, como la Municipalidad, la Cruz Roja y la misma entidad binacional, ya estuvieron trabajando a toda bala para poder organizar el operativo de rescate, esto, debido a la alta probabilidad de suba de agua en los sectores mencionados. Así también, varios sectores públicos como de instituciones educativas, plazas e iglesias, han abierto sus puertas para poder albergar a todos los refugiados.

5,66 metros

El 1 de enero, según los registros de la Dirección de Meteorología e Hidrología, el Paraná medía 17,82 metros. Actualmente mide 23,48 metros.

Ojagarrapáma en los alrededores el olor nero y las víboras

Los pobladores del populoso barrio San Rafael no solamente luchan contra las aguas. Además deben lidiar con la abundante basura que arrastran las mismas, lo que ocasiona otro peligro a la gente. Ya empiezan a tener un olor wakala que rápidamente se instala en el lugar. Los niños son los que más expuestos están a esta situación, debido a las alimañas que empiezan a hacer acto de presencia en el lugar, especialmente en los matorrales, donde ya ojetopáma poco a poco una que otra víbora.