Con tan solo veintidós años, Carlos López ya es todo un flamante ingeniero empresarial. A pesar de los impedimentos y las barreras que se pudieron interponer en el camino, el péndex se las jugó y salió adelante.

Carlos cuenta que en principio sintió un poco de miedo, pero sabía que tenía que arriesgarse para poder ser alguien en la vida. “Yo estaba temeroso, porque leí que los requisitos de la Universidad eran entender por lo menos alemán y si era posible tener una base de inglés. En mi caso no era así, yo no había tenido la oportunidad de estudiar inglés estando en Caazapá, porque allí no existen los institutos. Yo solo hablaba castellano y guaraní”, relató.

A pesar de eso se puso las pilas y siguió el curso de alemán en la Facultad y a la par le aplicó un curso en un instituto privado, para reforzar. De yapa seguía inglés, que formaba parte de las exigencias para poder ser beneficiado con la beca.

Al principio todo le costó. Carlos dejó su casa y su familia para poder tejer su futuro. “Es muy importante establecerse objetivos, que sean definidos en el tiempo y poder avanzar hacia ellos, no hay que tener miedo y si existen limitaciones hay que trabajar para derribar las barreras. Hay que tomar las oportunidades, sean cuales sean porque sí o sí van a tener sus resultados”, recomendó.

Dejó el trabajo seguro que tenía y por recomendación de sus padres, vino a la capital porque tendría más oportunidades para salir adelante.

Dejar el confort familiar fue un gran desafío y costó un poco

Relata que “había días en que todo le costaba más” y dice que no fue fácil “dejar la zona de confort, de tener todo en casa y venir en un lugar donde todo era desconocido para mí. Quizá me costó un poco porque había algunos eventos familiares y yo no estaba, no podía ir y

me lamentaba por no estar ahí”, he’i. Pero gracias al sacrificio que hizo, hoy Carlos es todo un ingeniero, habla cuatro idiomas y ya tiene un laburo en una financiera.