Uno siempre se pregunta por qué pasan las cosas vai en la vida, y a veces no encontramos respuestas y lo único que queda es aceptar lo que la vida nos dio o nos quitó. Williams Paredes (25) es un gran ejemplo de eso, porque a pesar de lo que le tocó vivir, nunca se rindió.

Él es un albañil que perdió las dos manos a causa de un accidente de trabajo hace 4 años. “No da gusto estar en casa y por eso me fui otra vez a pedirle trabajo a mi patrón, porque hay que seguir luchando”, aseguró el valécho joven, utilizando el dulce idioma guaraní. Ahora hace control de materiales y otras tareas en la obra.

“Cuando nos quedamos en casa sin hacer nada pensamos demasiado y yo no quería eso para mí”, comentó avei. Además, el capo asegura que ya se acostumbró a su nuevo estilo de vida y que realiza todas sus labores normalmente.

A sus ganas de seguir adelante, también hay que sumarle su ingenio para poder hacer las cosas cotidianas a pesar de no contar con sus manos.

Para poder comer, por ejemplo, se las ingenia para no tener que depender de nadie. El valécho incrustó un tenedor por una tapita y eso lo enrosca por la botella de plástico, que corta la parte de arriba para usar como una prótesis. Williams incluso usa el teléfono celular, chatea y también toma tereré tranquilamente.

Uno de sus más grandes sueños es poder conseguir la prótesis, para que pueda hacer miles de cosas más he’i. “Como que soy pobre me es imposible comprar la prótesis, porque sigo teniendo muchos gastos después de mi accidente”, he’i avei.

El amor a su hija lo motivó a seguir luchando, aseguró

Un hijo para un padre es lo más importante de la vida, y fue por eso que Williams no se dejó vencer. “Por mi hija me decidí a seguir luchando”, aseguró.

El valécho nos comentó que gracias al apoyo incondicional que le dio su antiguo patrón pudo salir adelante, porque nunca se negó en ayudarle y asegura que gracias a él sigue comiendo.

La historia de vida de Williams demuestra que cuando hay ganas sí o sí se sale del “jejopy vai”, y que los imposibles no existen. Por más difícil que resulte irse a laburar, no se deja vencer por ningún obstáculo, y por su esmero, todos sus amigos le consideran un gran ejemplo.

Todo un tema es en el micro

Uno de los inconvenientes que tiene a la hora de laburar es el tener que trasladarse, porque tienen que irse en colectivo.

“Cuando me voy todo es más tranquilo pero cuando voy a venir sí es todo un tema porque se llena el colectivo”, comentó.

Entonces he’i que cuando va a volver ya a su casa, tiene que tener mucha paciencia luego, porque tienen que esperar hasta que venga un micro vacío.

“Por eso algunas veces suelo llegar muy tarde a mi casa, pierdo mucho tiempo esperando colectivo”, aseguró.