Un video donde se lo ven jugando se hizo viral y causó ternura y emoción. “Aprendí con mi papá, amo este juego”, dijo a Crónica el niño “trompero”.

Hubo un tiempo donde el internet era solo una palabra “escondida” en un rinconcito del diccionario. Casi nadie sabía de qué se trataba. Hubo una etapa en que se podía contar la cantidad de personas que tenían acceso a la televisión. En esa época, una de las diversiones de los niños se centraba en un juguete con forma de cono, generalmente de madera y con una punta de hierro al que le enrollaban una cuerda para lanzarlo y hacer que gire sobre sí mismo.

Con cada vuelta que daba, traía consigo alegría y diversión en los pequeños que se juntaban en alguna esquina del barrio o en la casa de algún amigo. Pero en la actualidad ver a un pequeño jugar al trompo es más difícil que encontrar un político honesto.

Fue desplazado por el celular y por otras distracciones que trajo la modernidad para los niños. Por eso, la historia del pequeño Tobías Emanuel Espíndola, de tan solo 5 años de edad, es de esas dignas de destacar. En las

redes sociales se hizo viral un video donde el pequeño demuestra su destreza al jugar al trompo y su actividad causó ternura y emoción. Basta con escucharlo hablar unos pocos minutos para contagiarse de esa pasión que lleva dentro por este juego que su generación poco y nada conoce. “Aprendí con mi papá, amo este juego, ojalá nunca se termine de jugar”, dijo a Crónica.

Don Gustavo Espíndola, padre de Tobías, comentó que “la verdad que hoy en día ver que un niño juegue al trompo es difícil, tenemos que volver a esta tradición. Tobías tuvo la dicha de conocer este juego, lo ama y es un experto haciéndolo”, explicó. “Él estaba mucho con el tema del teléfono y se estaba esclavizando en eso. Ahora reemplazó el celular por el trompo. Eso me pone feliz”, finalizó.

Tiene como 30 trompos en su casa

Don Gustavo explicó que el amor de su hijo hacia el trompo nació a primera vista. “Fue al súper a comprar golosinas y vio un trompo en el estante. Le llamó la atención y en vez de las golosinas trajo el trompo, ni siquiera sabía qué era, solo que le gustó mucho. Desde ese día no paró y ahora juega como pocos”, explicó. “Él enseña a jugar a su hermano, a sus primitos. Tiene como 30 trompos en casa”, dijo. Por su parte, Tobías desea que más niños conozcan este juego. “Es un juego sano y por sobre todo divertido. Deberían jugar todos los niños”, finalizó.