Ochenta y cuatro años. Esa es la edad que calcula tiene don Vicente, y de lo único que realmente se arrepiente es de no haberse mudado mucho antes a ese lugar, donde permanece aislado de todo y todos. El abuelito vive solo en medio de un “bosquecito” en la zona de Remanso, hace más de la mitad de su vida.
No tiene electricidad, toma agua que junta de la lluvia y se baña en un tajamar. Dijo que anteriormente era un habitante más en Caacupé, pero que decidió aislarse “porque Dios así lo quiso”. Vive únicamente con lo que le provee la naturaleza. “Esta es la forma más sana para vivir”, confesó.
“En esta choza, que yo mismo construí, y en este lugar en medio de la nada, tengo todo lo que necesito. Este es mi mundo y es tranquilo y seguro. Creo que en el mundo de afuera es más peligroso”, comentó. A la consulta de si escuchó sobre la enfermedad del coronavirus, don Vicente dijo que “todo está escrito en la palabra de Dios. Pero yo no tengo miedo. Primero porque le tengo a Él en mi vida, y segundo porque mi forma de vivir me protege de ese mal. La naturaleza es mi escudo ante el coronavirus”, contó.
“Vivo solo con los árboles que me rodean, me aseo en el tajamar, aquí no llega ningún virus. La sociedad debería cuidarse porque ahí afuera es más peligroso”, añadió el hombre que decidió evadir la “locura” de la vida moderna.
“No digo que vivan como yo, pero aislarse y meditar hace bien. Ahí afuera necesitan cuidarse unos a otros, aquí yo me cuido solo y le tengo a Dios y a la naturaleza de mi lado” dijo .
Estas cosas que pasan, son “señales”
Llevar una vida totalmente distinta a la de los demás es algo que no estaba en sus planes, pero asegura que así se dio porque es el propósito de Dios. “Yo soy feliz y no necesito nada más. Dios me protege y me da esta maravillosa vida”, aseguró. Comentó que la tecnología y lo que la sociedad le ofrece no va con él. “Yo no necesito de lo material para ser feliz. Ni de la tecnología. Yo solo necesito paz y en este lugar lo tengo”, finalizó.
Don Vicente he’i que Dios le habla siempre en sus oraciones y que se pasa leyendo una vieja Biblia que le habían regalado cuando era joven. “Las cosas que pasan (coronavirus umía) están escritas. Son señales”, agregó.
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