“La mejor paga será en el día de mañana cuando los vea formándose y siendo personas profesionales y de bien”, dijo el docente que visita a sus alumnos para no dejarles sin las tareas educativas.
Ni el amor por los niños, ni la pasión por el conocimiento, ni el deseo de enseñar: ninguno de estos dones alcanzan, por sí solos, para formar buenos maestros y profesores. Pero combinados entre sí, delinean el perfil de docentes que hoy necesita formar nuestro país y en el que encaja de sobra Basilio Torres, un profe rural de la zona de Pilar.
Él siempre lo supo. Desde chico cuando jugaba con sus amigos a ser maestro. Era su juego preferido. Ya entonces se perfiló su vocación. “Lo vocacional está en el placer por la realización de una tarea, y yo disfruto lo que hago. Uno puede elegir ser docente porque le gusta, y por la posibilidad de trascender en los demás”, dijo a Crónica.
Precisamente en estos días en que las escuelas y los colegios permanecen cerrados a causa del covid-19, Basilio hace trascender su labor.
El profe -tomando todas las precauciones sanitarias- va a las casa de sus alumnitos que no pueden acceder a las clases virtuales, simplemente porque son de muy escasos recursos y no cuentan con celular, ni internet, ni mucho menos una computadora. “Los fines de semana voy a darles clases a mis alumnos de primaria en la zona de Potrero Esteche, distrito de Guazú Cuá.
En la semana bajo información de la plataforma, los imprimo, y sábado y domingo voy a dar clases con ellos”, contó.
“Ellos no tienen WhatsApp, no tienen energía eléctrica, no tienen televisor. No puedo dejar de enseñarles. No puedo dejarles sin educación”, añadió. “La mejor paga será en el día de mañana cuando los vea formándose y siendo personas profesionales y de bien”, explicó.
“Es la vocación la que en medio de todo lo que pasa empuja a tantos profesores en el país a continuar enseñando y por sobre todo a ayudar”, finalizó Basilio •
“Ojalá se pueda dar lo de la energía eléctrica”
Basilio es profe en la Escuela Básica Nº 5.659 “San Pablo”, en la zona de Guazu Cuá, departamento de Ñeembucú. El lugar donde enseña no cuenta con el vital servicio de la energía eléctrica, actualmente en proceso con las colocaciones de las columnas y tendido de cable, con gestión del gobernador de Ñeembucú.
“Ojalá se pueda dar lo de la energía eléctrica pronto. Eso va a ser una herramienta importante para que la educación llegue a más niños y con mayores instrumentos como la tecnología”, comentó mientras -tapabocas de por medio- daba clases el pequeño Elías, quien cursa el segundo grado.
“Aquí no podemos realizar las clases virtuales porque los alumnos no cuentan con energía eléctrica, y ninguno de ellos -como así también sus padres- no cuentan con celulares de alta gama. Es por eso que me nació impartir las clases de esta forma, no me queda de otra”, finalizó.
Comentarios