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“Hace 53 años que estamos en aislamiento»

“Hace 53 años que estamos en aislamiento»

“Está difícil la situación allá afuera, solo oramos para que puedan tener paz”, dijeron.

POR RODRIGO VALDEZ (@rodrisamuvaldez)

Es difícil encontrar un lugar donde el miedo, la angustia y la incertidumbre provocada por la pandemia del coronavirus no afecte en demasía y se pueda estar tranquilos, en paz. Donde quedarse “encerrados” en casa no sea tan desafiante.

Tal vez lo descrito sea el escenario perfecto para un cuento de hadas, para una historia mágica. Pero también es real. Es lo que se vive en una zona de Carapeguá, en medio del pantanal del lago Ypoá, donde emerge una isla de varias hectáreas, rodeadas de camalotes y lodos que hacen difícil el acceso.

Allí vive la familia Ruiz Díaz-Franco. Aislados, en “cuarentena”, como quieras decirlo, hace más de medio siglo. “Nos enteramos del virus porque a veces encendemos la radio que tenemos y escuchamos las noticias. Está difícil la situación allá afuera, solo oramos para que puedan tener paz”, dijo ña Feliciana (75), quien junto con su marido Vicente (83) y tres de sus hijos se dedican a trabajar en la chacra y a criar animales.

“Aquí estamos tranquilos, para nosotros es como que no cambió casi nada, a excepción de las visitas que antes venían a conocer el lugar y ahora ya no por todo esto que está pasando. Aquí vivimos nuestra historia de amor, formamos nuestra familia. Hace 53 años que con mi marido estamos en aislamiento, ya estamos acostumbrados a eso que afuera se está viviendo”, agregó la doña.

“A la gente de la ciudad les debe costar el encierro porque tienen otra forma de vivir. Solo me queda decirle que se puede y si sabés aprovecharlo te da mucha paz y tranquilidad”, finalizó.

LABURADORES

“Con Vicente estamos pilamemete, roime porã hína. Siempre trabajando con la ayuda de nuestros hijos que viven con nosotros. Pero ahora lo hacemos más lento todo, pero con más ganas”, dijo ña Feliciana.

RECORRIDO

En el lugar existen senderos, canoas y el tradicional cachiveo (embarcación rústica) para recorrer los camalotales. “Ahora la gente no puede venir por la pandemia, pero ojalá pronto se pueda volver a eso”, dijo ña Feliciana.

“Es nuestro planeta de amor”, dijo

Don Silvino en su canoa.

“Mi hijo Silvino es el único que cada 8 días sale una vez a llevar los productos como huevos y queso para vender. Luego regresa y antes de llegar ya se quita toda su ropa y se asea por cualquier cosa”, contó ña Feliciana.

“Ore romba’apo kokuepe y criamos animales, todos juntos trabajamos”, comentó.

“Aquí caminamos tranquilos, sin temor a que nos pueda pasar algo. Pero no solo ahora que estamos en pandemia, sino que desde hace 53 años. Este es nuestro planeta de amor”, finalizó.

“Extraño a los visitantes porque hablaba mucho con ellos”, contó

El pedazo de paraíso donde la familia vive está ubicado a casi un kilómetro del puerto de la compañía Caapucumí, Carapeguá. Para llegar hasta ahí se debe realizar un viaje en canoa de unos 30 minutos.

“Yo solía ir a buscar en canoa a las personas que llegaban hasta acá y que querían conocer el sitio”, contó Silvino, uno de los hijos de ña Feliciana y don Vicente.

“La verdad que extraño a los visitantes porque hablaba mucho con ellos y me enteraba de muchas cosas. Estamos confiados que esto de la pandemia pronto pasará y ya volveremos a recibir visitas”, agregó doña Feliciana.

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