POR RODRIGO VALDEZ

Nicolás, un paramédico que labura en la Cruz Roja Paraguaya, de la filial Alto Paraná, cuenta cómo es su día a día viendo cara a cara al virus mortal del covid

Nicolás Alcaraz (23) resume su día a día con la siguiente frase: “Rozamos con el virus cara a cara, a cada momento. Pero eso es lo de menos, estamos ahí para ayudar”, contó a Crónica.

El joven trabaja como paramédico de la Cruz Roja Paraguaya, filial Alto Paraná, y está -al igual que muchos compañeros en la primera línea de la guerra contra la enfermedad del covid-19, arriba de una ambulancia que recorre las calles atendiendo día a día a los pacientes que pelean contra la muerte. Son pocos los que hablan de ellos. De los que brin dan la primera asistencia de los que van a internarse. “Ya me tocó trasladar de sus casas al hospital, o de un hospital a otro a más de 500 pacientes sospechosos o positivos de tener covid”, comentó.

El joven rescatista explicó lo que significa cada viaje con un paciente positivo.

“La mayoría de los que trasladamos nos dicen ‘me voy a morir’ o ‘ya no voy a ver a mi familia’. Es ahí donde uno debe mantenerse fuerte y tener siempre una palabra de aliento porque eso influye y mucho en la recuperación. La charla en la ambulancia es importante. Les hace bien”, confesó. “Con los que van entubados estamos pendientes en todo momento”, añadió y contó algo particular que le pasó con varios de sus pacientes.

“Créeme, en esta pandemia me gané cientos de amigos que son los pacientes a quienes auxilié. Muchos de ellos, ya recuperados, me llamaron y me invitaron un asado para cuando todo esto pase. Sinceramente eso me llena de emoción. Con la mayoría mantengo una comunicación de amistad”, sostuvo. “Lo más gratificante es cuando las personas a las cuales auxiliamos nos llaman y nos dicen ‘gracias, pude vencer al covid’. Esa es la mejor paga”, finalizó.

La pérdida: la otra cara de la moneda

“Así como gané muchos amigos también perdí a otros”, dijo con lágrimas en los ojos Nicolás. “Lo más triste es cuando los familiares de los pacientes me llaman o escriben y me dicen ‘falleció mamá, falleció papá’. Es muy doloroso, pero tenemos que estar ahí para darles las fuerzas necesarias y brindar nuestro hombro como apoyo para que no decaigan”, dijo.

“Nosotros estamos listos 24/7 (24 horas, los 7 días de la semana) Nos llaman a cualquier horario, de madrugada, de noche, y ahí estamos. Pasamos más en la ambulancia que en nuestra casa y sinceramente lo hacemos con mucho amor y eso nos mantiene en pie, el amor al servicio, el amor hacia los demás”, confesó. “Daremos pelea hasta el final”, finalizó.

“Hace casi 7 meses que no veo a mis padres y hermanos”

“Al principio sentía mucho miedo al combatir al virus todos los días, pero eso fue desapareciendo con el tiempo. Me acostumbré. Ya me hicieron 8 hisopados y todos dieron negativo”, dijo Nicolás, quien confesó que por una parte está feliz por el servicio que presta, pero por otra parte siente tristeza por un motivo especial. “En marzo, cuando todo esto comenzaba, le dije a mis padres que tenía que servir en la lucha que se venía porque mi corazón y mi vocación así me lo decían. Ellos me abrazaron fuertemente y me dijeron ‘ve hijo a cumplir con tu deber’. Desde esa vez ya no les veo y no sabés cómo cuesta”, comentó Nicolás entre lágrimas. “Extraño a mis padres y a mis hermanos. Hace casi 7 meses que no les veo. Espero con ansias la hora en que pueda volver a abrazarlos”, finalizó.

VOLUNTARIOS

“Estamos como 30 voluntarios que cumplen esta función, dijo Nicolás. “Primero comenzamos a asistir en la frontera, luego en los albergues y finalmente en el traslado de los pacientes”, añadió.

BOMBERO

Nicolás también es bombero y en esa función también ya le tocó salvar varias vidas. “Sinceramente me encanta auxiliar. Me llena y me da paz estar al servicio de los demás”, contó