Los del Barrio Obrero volvieron a vencer a Olimpia, esta vez en cancha neutral, y se consolidan en lo más alto de la tabla del segundo torneo del año.

Y ganó el mejor. Hay veces que en el fútbol un equipo supera al rival y no logra plasmar esa superioridad en el marcador final, ayer Cerro Porteño jugó mejor que Olimpia y le ganó con toda justicia. Es más, el 1-0 quedó corto.

El primer tiempo fue todo del Ciclón, el dominio fue abrumador y la diferencia futbolística enorme.

Al equipo de Francisco Arce solo le faltó el gol. El ritmo de juego de los del Barrio Obrero fue superior al Decano. La presión que los azulgranas hicieron en la salida misma del elenco franjeado fue didáctico, hasta José María Ortigoza (que hacía tiempo no arrancaba de titular) mostró una aceleración casi al par de sus demás compañeros.

A los 22’ Óscar Ruiz erró lo que pudo ser el primer gol, gran jugada de Alberto Espínola, quien cedió el balón al medio, allí apareció “Kure’i” con todo el arco a su disposición, solo era cuestión de empujarla, pero le pegó fuerte y la pelota terminó sobre el travesaño.

Dos minutos después Claudio Aquino abrió el marcador, pero el juez lo anuló por mano (con ayuda del VAR). En el segundo tiempo el Decano mejoró; es más, arrancó con todo y tuvo chances de ponerse al frente en el marcador, pero desaprovechó todas las ocasiones que generó y ante un rival que fue superior, ese “error” fue fatal. A los 30’ Robert Morales puso el 1-0, este gol definió el partido. Anímicamente destrozó al equipo de Néstor Gorosito, que todavía no sabe dónde está parado.

Marcelo Palau todavía siente los “colores aurinegros” en el alma

El charrúa Marcelo Palau hoy juega en Cerro Porteño; es más, el semestre pasado fue campeón con el Ciclón en el Apertura; sin embargo, nunca dejó de sentir los colores de Guaraní en su corazón.

Y no es para menos, jugó varios años en la entidad de Dos Bocas y ayer lo demostró con un enorme gesto, llevó la casaca de su excompañero de equipo, Édgar Aranda, y lo puso en el banco de suplentes del Ciclón. En la semana varios de los que jugaron con Aranda en el “Indio” destacaron lo bueno que era dentro de un campo de juego y también fuera de ella.

Hernán Rodrigo López, DT de Nacional, hasta lloró en conferencia de prensa al enterarse de la muerte de Édgar, con quien jugó y fue campeón en el Aborigen.

Roque Santa Cruz jugó todo el primer tiempo lesionado

Los hinchas de la “O” que esperaban ver uno o varios goles de Roque Santa Cruz se quedaron con las ganas, ya que el delantero prácticamente pasó desapercibido, jugó todo el primer tiempo lesionado, no pudo correr y menos ser ese buque insignia que suele ser en todos los partidos.

Fue como si el equipo de Néstor Gorosito hubiese jugado con uno menos a lo largo de los 45 minutos y la baja fue muy notoria, ya que el Decano prácticamente no generó una sola jugada clara de gol en la primera mitad.

Para el segundo tiempo el DT franjeado tomó la decisión de sacarlo al “24” y en su reemplazo mandó al campo de juego a Néstor Camacho. Pese a sus casi 40 años, Roque es determinante en un equipo que tiene muy poco recambio en ataque.

Un minuto de silencio en honor a Zapag y Aranda

Todos los protagonistas del clásico disputado anoche en el estadio Defensores del Chaco se sumaron al “minuto de silencio” en honor al expresidente de Cerro Porteño, Abraham Zapag, padre del actual titular del Ciclón, Raúl Zapag, y de su hermano Juan José.

Otro que fue homenajeado con el noble gesto fue Édgar Aranda, atleta de solo 37 años, quien falleció hace un par de días a causa de un infarto.

Fueron emocionantes esos segundos de silencio pese a que el Defensores del Chaco estaba vacío, fue el segundo clásico que se juega a puertas cerradas a causa de la pandemia.

La Policía desde muy temprano hizo guarda varias cuadras antes de ingresar a la zona del estadio para evitar que integrantes de las barras vayan a incidentar.