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La vida ¡en medio del río!: La única amenaza es la crecida

La vida ¡en medio del río!: La única amenaza es la crecida

Unos 200 metros separan a las casas. “Para hablar con tu vecino tenés que caminar mucho hína (risas)”, dijo un habitante del lugar.

Es difícil encontrar un lugar donde el miedo, la angustia y la incertidumbre provocada por la pandemia del coronavirus no afecte en demasía y se pueda estar tranquilos, en paz.

La única forma de salir del lugar es en bote.

Donde quedarse “encerrados” en casa no sea tan desafiante. Tal vez lo descrito sea el escenario perfecto para un cuento de hadas, para una historia mágica. Pero también es real. Es lo que se vive en la isla denominada Banco Polvorín, situada en el distrito de Nanawa. Allí, en medio de las aguas del río Paraguay, unas seis familias permanecen inalterables. Ellas viven desde hace varios años allí, tranquilos y felices. “Anteriormente estábamos más familias, éramos como 20 familias, pero muchos se fueron hace unos años debido a la crecida del río. Nosotros permanecemos porque aquí es nuestro lugar. Somos los sobrevivientes de Isla Polvorín”, confesó don Epifanio Caballero (62), quien junto a su esposa están allí hace más de 30 años.

“Yo soy pescador y vivimos de eso. Para salir a Asunción o Nanawa sí o sí debemos hacerlo en bote, no hay otro camino”, sostuvo. Por su parte, Éver Caballero, hijo de don Epifanio, comentó que la vida en Isla Polvorín es tranquila. “La única amenaza siempre es la crecida del río. Hace unos años tuvimos que salir por eso, la isla desapareció aquella vez, pero luego las aguas bajaron y mis padres volvieron”, contó.

“En la isla quedan unas seis familias: mis padres, una tía que vive sola, mi abuelo que también vive solo, una pareja con sus hijos, una señora que está con su nieto y un señor que vive solito también. Las casas están alejadas por varios metros. Unos 200 metros separan las casas. Para hablar con tu vecino tenés que caminar mucho hína”, contó entre risas.

PAZ

Muchas familias decidieron abandonar la isla debido a la crecida del río que se da cada tanto. “Nosotros seguimos aquí porque aquí tenemos paz”, dijo don Epifanio.

 

La odisea de cruzar el río todos los días

Éver comentó que desde chico, él y su hermano cruzan en bote el río Paraguay para llegar hasta Asunción y poder estudiar y trabajar. “Mi papá Epifanio era siempre el que nos llevaba a las 6 de la mañana. A él le estamos agradecidos por lo que somos. Nos llevaba y cuando terminábamos nuestras actividades, nos esperaba a las 11 de la noche en el bote para llevarnos nuevamente a casa. Así pude terminar el colegio y la Facultad”, contó emocionado Éver. “No había lluvia, ni frío que nos ataje. Todos los días cruzamos el río para sobrevivir y para ganar el pan de cada día”, confesó don Epifanio.

“De niño y adolescente solo jugaba con mi hermano”, he’i

Las familias traen el agua del río.

“De niño y adolescente solo jugaba con mi hermano (risas). A veces, con algunos primos, pero hasta ahí. Es que no podíamos salir porque para hacerlo teníamos que ir en bote sí o sí”, explicó Éver.

“En la isla no hay escuela, ni centro de salud, ni despensa, tenemos que salir para proveernos de comida. Mi papá es el que sale y aprovecha para vender sus pescados y traer las cosas para usar en la casa. Mi mamá cuida de sus animales. Mi hermano y yo ahora vivimos en Asunción porque trabajamos aquí. Siempre ayudamos a nuestros padres, ellos son todos para nosotros”, finalizó.

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