“Un hombre no planta un árbol para si mismo. Lo planta para la posteridad”, es algo que aprendí este fin de semana acompañando a la décima expedición de “A todo pulmón”, y conociendo los colosos de diferentes partes del país.
Un árbol forma parte de un bosque, y no es solo un tronco con ramas y hojas, tiene una historia llena de aventuras, amor, y hasta a veces dolor. Como la historia contada por el proponente de un hermoso Yvyra pytã ubicado en Alto Verá, Itapúa, quien recordó con lágrimas en los ojos que su madre muchas veces abandonó a sus propios hijos para ir a luchar por el bosque. Gente que interpone su propia vida para defender la naturaleza que aún queda en el planeta.
Pudimos conocer a un viejo tatarê de Ayolas, Misiones que es una reliquia para los lugareños, ubicado en un paseo y que hasta tiene su propia música.
Nuestros ojos quedaron maravillados por las bellezas de un Tajy de Obligado, los guapo’y de Ybycuí y San Bernardino, y el yvyra pytã de Bella Vista.
Conocimos al guardián de una familia del Guairá, un tremendo Timbó de mas de 100 años, cuyas grandes ramas caídas abrazan el patio de la casa, protegiendola de cualquier tormenta que pueda asomarse.
Todas estas especies nativas forman parte del concurso “Colosos de mi tierra”, organizado por “A todo pulmón” y que este año tuvo un récord de 662 inscriptos.
Para el 21 de setiembre se prepara la premiación de los árboles en sus diferentes categorías, evento que cumple 10 años y cuyo lema lo dice todo: “Guardianes del futuro”.
Vivimos momentos inolvidables en el 8vo día de expedición. #Colosos10#GuardianesDelFuturo pic.twitter.com/y4lEhrDHL7
— A Todo Pulmón (@atodopulmonPY) August 30, 2021
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