A medida que nos vamos acercando al 8 de diciembre, día de la Virgen de Caacupé, encontramos historias increíbles de personas que aseguran haber sido escuchadas por la Madre de todos los paraguayos.

Crónica decidió presentar la historia de una famosa, Nadia Portillo, quien asegura que el pedido que le había hecho a la Virgen de los Milagros hace ya unos años atrás, fue escuchado y que cada año peregrina desde su casa en San Lorenzo hasta la basílica de Caacupé, unos 40 kilómetros,  como agradecimiento a su milagro.

– Nadia, siempre decís que vas cada año a Caacupé.

– Siempre voy cada 8 de diciembre caminando desde mi casa en San Lorenzo, a cumplir mi promesa de cada año y a agradecer por haberme escuchado hace unos años. Mi madre es quien siempre me acompaña.

– ¿Qué fue lo que le habías pedido?

– Yo le pedí salir de la pobreza, fue en el año 2006 y así se cumplió.

– ¿Tu familia no pasaba por un buen momento?

– En mi familia pasamos momentos muy malos, en ese tiempo pasábamos hambre, mi hermano mayor vendía helado o diario, yo salía con mis hermanos menores a vender también lo que sea, algodón de azúcar, juntábamos plástico y yo quería salir de esa pobreza, porque tenía hermanitas muy chiquitas y tenían que alimentarse bien, vivir mejor.

– ¿Fue en ese mismo año que llegó el milagro en tu familia?

– En ese mismo año no se dio nada, fue seguramente un tiempo de prueba, de mantener la fe. En 2008 empecé con la música y al entrar al grupo ya se sintió la diferencia. Lo poquito que entraba ayudaba mucho a mi familia y fue ahí cuando dije que no me iba a quedar ahí, que iba llegar cada día más lejos. Ella me escuchó y me guió en mi carrera, lo sigue haciendo hoy.

– ¿Cuántos años tenías en 2006?

– Tenía solo 13 años, recién a esa edad mi papá me dejó peregrinar hasta Caacupé. Recuerdo que siempre me quedaba llorando en casa porque mis hermanos y mis papás iban caminando desde San Lorenzo y yo tenía que quedarme porque era muy chiquita.

– ¿Y cómo te fue esa primera vez?

– Y llegué muy cansada, en la cruz del peregrino ya no daba más, mis pies parecían sentir espinas, son 40 kilómetros lo que se camina desde mi casa. Pero en todo el trayecto rezaba y pedía a la Virgencita que ayudara a mi familia, que necesitábamos de su ayuda.

– ¿Hoy cómo viven?

– Por suerte mucho mejor. No nos falta la comida que es lo más importante y también tenemos salud. Puedo decir que soy una bendecida por la Virgen de los Milagros.

– Lo que sucedió con tu embarazo, ¿no repercutió de manera negativa en tu fe?

– Definitivamente no, son cosas que pasan porque Dios quiso así y nada más. Me encomendé a San Ramón que es el santo de las embarazadas.