LÍBANO. Una brutal explosión en el puerto de Beirut derrumbó un depósito, los vehículos volaron por los aires y más de 73 muertos se sabe que hubo hasta el momento, puede que encuentren más en las próximas horas bajo los escombros.

El mundo se prendió a las redes para ver en vivo o compartir videos y fotos de la impactante tragedia que se instaló ayer, hasta ahora no se sabe si fue atentado o qué, otros dicen que el incendio comenzó cerca de los silos de trigo del puerto, en un almacén donde había explosivos he’i. Algunos lo compararon con la llegada del fin del mundo voi en la capital libanesa.

El humo de color rojizo fue visible desde varios kilómetros de distancia y los hospitales no daban abasto de tanta gente herida, las últimas cifras hablas de 3.700 más o menos. El presidente libanés, Michel Aoun, convocó una “reunión urgente” del Consejo Superior de Defensa para analizar la sitú y el primer ministro Hassan Diab decretó luto nacional para hoy por “las víctimas de la explosión.

Las conclusiones preliminares de las autoridades libanesas deducen que el nitrato de amonio que llevaban almacenadas en un depósito desde 2014, la okapuva.

Por su parte, el presidente Michel Aoun escribió en Twitter que era “inaceptable” que hubiera 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas de forma insegura.

“Es como un apocalipsis”, he’i un testigo de la sitú de terror

El mundo oñembo’e kuehe tras presenciar la catástrofe. Un testigo de los hechos, Bachar Ghattas, describió terribles escenas de caos tras la explosión; he’i que fue “como un apocalipsis”.

Comentó que había heridos en todas las calles, vidrios ku’ikue por todas partes, muy aterrador ndaje la gente ilocopá, la gente olvidó un rato el coronavirus.

Las escenas de terror recordaban los años en los que la violencia era la reina en Beirut. Destrucción y ambulancias volando con las sirenas a full para atender a los heridos. También se vio cómo edificios fueron prácticamente destruidos por la onda expansiva.

Pero también se notó la solidaridad de la gente, los hospitales pidieron a los libaneses que acudieran a donar sangre y los servicios de rescate se multiplicaban por los bloques de viviendas destruidos para salvar algún prójimo.