• POR RODRIGO VALDEZ (@rodrisamuvaldez)

Georgina Leiva tiene 69 años, es de Santísima Trinidad, Itapúa, y tuvo en su garganta, en su dolor de cabeza y en su cansancio físico la suma de todos los miedos de tener el “enemigo invisible”. Y lo tuvo. La pasó mal, muy mal. Pero ella luchó como una guerrera y ganó la batalla.

En las últimas horas, ña Georgina abandonó la Unidad de Terapia Intensiva del Centro Respiratorio del IPS, de Encarnación, tras estar allí nada más y nada menos que ¡59 días!, lo que la convierte en la persona que más tiempo estuvo en UTI y que logró vencer al covid.

Hoy se encuentra en una sala común aguardando su total recuperación. “Ella ingresó el 19 de noviembre. Se sintió mal, tenía los síntomas, la llevamos e ingresó a terapia intensiva. Estuvo mal, pasó por varias intubaciones, pero no se rindió. El camino fue largo. Pero los doctores hicieron todo lo mejor y Dios estuvo siempre en esa habitación cuidando de todos, creemos eso”, contó a Crónica María Luz Olivera Leiva, una de las hijas de ña Georgina, quien es enfermera y esta vez le tocó cuidar a su mami desde afuera. “Estuvo 59 días sin ver la luz del sol, encerrada en esa pieza. Y cuando salió de ahí, nos vio a nosotros sus hijos y lloró de la emoción”, agregó.

“Ahora nos queda aún un camino que recorrer porque tiene sus cuidados delicados. La primera batalla ganamos y ya falta poco para ganar la guerra. Creemos y estamos confiados de que Dios nos guía”, añadió.

“Pasamos las fiestas de Navidad y fin de año aquí. Todos los familiares nos mantuvimos unidos para hacer un mejor ambiente”, finalizó.

CUIDADO

“A la gente le digo que el virus sí existe. Al que no cree le pedimos que vaya frente a terapia y sienta lo que es ver a personas que pierden a sus familiares por esto. Tenés que estar acá para saber lo que se siente”, dijo María.

“En los pasillos somos todos familia, eso nos mantiene”

Personas con ojeras tomando un café, alguien que les acerca una galletita, llanto, otro que los abraza. Así es el escenario en los pasillos de los hospitales a la espera de alguna noticia del paciente internado, describe María Luz. “Cuando el doctor abre la puerta y dice que el paciente está con vida se festeja como una victoria. Allí es un día a la vez. Todos luchamos: los pacientes adentro y los familiares de la puerta para afuera para que no les falte nada. Es mundo aparte”, contó.

Pero dentro de todo ese ambiente, prevalece algo que les mantiene con esperanza: la empatía. “En los pasillos somos todos familia, eso nos mantiene en pie.

Es más, creamos un grupo de pasilleros que llamamos “por fe salimos”, allí nos ayudamos entre todos en lo económico, en lo espiritual”, finalizó.

La “medicina” para los pasilleros

“Aquí es un día a la vez. Nosotros por ejemplo somos 9 hermanos y tenemos un cuaderno de guardia donde anotamos los días que nos corresponde, así nos acomodamos para poder cumplir también con nuestras labores”, contó María.

“Aquí la ansiedad es lo que te quiere ganar. Pasás de la alegría a la tristeza en segundos al ver cómo algunos salen de alta y al rato otros salen tapados en una bolsa.