Solo unos pocos vecinos los que quedaron en el barrio Monseñor Bogarín de Mariano Roque Alonso, luego de aquel trágico domingo 4 de febrero de 1996, cuando un avión colombiano cayó en una canchita del barrio, matando a 18 lugareños.

“Fue de horror la escena que vivimos ese día. Como era domingo, la mayoría no estaba en su casa, pero cuando vimos la noticia por la tele volvimos y fue desesperante… fue trágico ver a varios vecinos muertos, a casi todos ¡y de la peor manera! Eran irreconocibles” dijo doña María, quien decidió, a pesar de la tragedia, quedarse en el lugar y tratar de seguir adelante con su vida.

“Somos pocos los que podemos hablar de lo que pasó, la mayoría dejó el barrio al poco tiempo del accidente. Decidieron vender sus casas, nadie quería vivir en este barrio, quedó prácticamente despoblado. Nos costó muchísimo recuperarnos de ese susto”, recordó.

“Yo era nueva en el barrio, hacía un año que me había mudado. A quienes recuerdo muy bien era a la familia Franco. Era una pareja joven y tenían un bebé de un año. Eran muy amables. Tenían un negocio en su casa y al lado había una canchita en donde los niños jugaban”, comentó.

Dijo que el clima evitó que la tragedia sea aún peor, porque “ese día la lluvia salvó de morir a mucha gente, porque esa canchita era la única diversión que teníamos y los fines de semana se llenaba. Desde lejos venían a jugar allí”.

“La familia García desapareció totalmente. Ellos murieron todos. Solo uno de esa familia se salvó, pero nunca más volvimos a saber de él”, contó doña María, una de las pobladoras a las que le tocó vivir en lo que en su momento fue el barrio del horror.

Foto: Nadia Monges

22 FALLECIDOS

En el accidente fallecieron 22 personas, 18 eran vecinos de la zona y 4 los tripulantes del avión carguero colombiano que se había estrellado.

INDEMNIZACIÓN

Según recuerdan los que nunca dejaron la zona, los parientes de las víctimas habían cobrado una indemnización por sus familiares muertos.

Tiempo vai lo salvó de morir ese día he’i

Otro de los pobladores que se animaron a dejar su casa fue don Darío, quien comentó que ese día tenían planeado realizar un torneo en la canchita del barrio después del mediodía. Pero como vino una lluvia en horas de la mañana, por el mal tiempo se suspendió.

“No había llegado mi hora de morir… ¿Qué más te puedo decir? Recuerdo que eran las 2:15 de la tarde, escuchamos un ruido muy fuerte, cuando miré, el avión ya movió todo el techo de mi casa y frente a mis ojos la nariz ya cayó sobre la casa de mis vecinos, fue de terror. Un mes no salí de mi pieza, no podía hablar, no pude ir ni a trabajar”, cuenta con lágrimas en los ojos, recordando ese día luego de 25 años.

Solo un oratorio les recuerda aquel día

Aquellos que no conocen la historia jamás se podrían imaginar que en este hermoso pastizal alguna vez había una enorme casa en donde todos sus habitantes terminaron muertos de manera trágica. La familia García vivía ahí. Una enorme cruz enclavada en el lugar en memoria de todos los fallecidos, pero al venderse la propiedad fue sacada, nadie sabe a dónde fue a parar, dijo una poblador.

La casa de al lado es la de los Franco, quienes también perdieron a varios miembros de la familia. En ese lugar hasta ahora hay un oratorio, detrás de él hay dos viviendas que son alquiladas. Los inquilinos manifiestan que jamás habían escuchado ni siquiera un ruido extraño, nada que recuerde ese lugar en donde hubo tanto dolor.