La pandemia, que hizo que los de ashá cierren sus fronteras, fue un golpe de “nocaut” para los alberdeños, quienes en su mayoría se dedican a la venta de productos varios a curepas.

Con el cierre de las fronteras por culpa del maldito virus, hace 14 meses que la realidad de los alberdeños cambió por completo. De la noche a la mañana más de mil comercios cerraron sus puertas, cambiando el bullicio que generaban los compradores que a diario se agolpaban en los locales por un silencio que hiela el alma.

La gran mayoría de los que daban “vida” a estos puestos eran los pobladores de la vecina ciudad de Formosa, que por las ventajas en los precios atractivos se volcaban en masa a lo que ahora solo es una desolada ciudad fantasma. “Invitamos a los paraguayos que se solidaricen con su pueblo y que vengan a comprar de Alberdi, tenemos de todo a buen precio, no se van a arrepentir. Podemos ayudarnos entre todos”, es el pedido de varios comerciantes que aún mantienen abiertos sus locales a la espera de compradores.

“La retina no tiene memoria de una situación igual, la comunidad ronda la miseria. El 50% de los comerciantes ya están en quiebra porque todos trabajamos a crédito y los bancos no perdonan; al contrario, se ensañan con nosotros para que nuestras deudas sigan generando intereses como si fuera que no están al tanto de nuestra situación”, dijo Augusto Guerrero, comerciante.

“Ponemos a la venta nuestros productos al 50% de lo que realmente costaban, simplemente para no tener que tirarlos a la basura. Pero ni aun así hay compradores. En este momento la ciudad de Alberdi en el departamento de Ñeembucú es la ciudad en donde se pueden encontrar los productos más baratos de todo el país. Damos a precio de costo para poder comer y poder pagar por lo menos luz y agua que cada vez cuestan más. Boletas con órdenes de corte por parte de la ANDE tenemos al por mayor y estamos zigzagueando, pero lo más rescatable es que hasta ahora no nos dedicamos a la delincuencia”, expresó.

“Vivimos en solidaridad unos con otros. Hoy día cuesta muchísimo ser alberdeño. La esperanza es lo último que se pierde, pero en nuestro caso no veo una luz al final del túnel, somos paraguayos y el Gobierno jamás se acercó a nosotros para ver qué salida se le puede dar a nuestra situación”, lamentó.

“Detrás de cada candado oxidado hay historias de familias con miles de privaciones, porque ya no trabajamos, no sabemos adónde ir ni a quién recurrir. Queremos que nos den una salida para trabajar. No pedimos subsidios, solo que nos dejen trabajar. En la ciudad no hay industrias, los alberdeños solo sabemos ser comerciantes”, dijo Augusto.

En cuanto al aspecto sanitario, la ciudad pasa avei por un complicado momento porque el Hospital Distrital no cuenta con insumos básicos para afrontar la dura situación. Según comentan, hay cada vez más contagiados para colmo de males. Anteriormente su refugio cuando se requería asistencia médica era la ciudad de Formosa, pero ahora ya no son recibidos, contó el karai. Los pacientes que necesiten de internación son trasladados a la ciudad de Pilar o simplemente se automedican en sus casas, he’i.