Joven adicto dice que no le desea a nadie que caiga en la adicción, ya que es el peor calvario en el que se puede vivir.

La primera vez que José usó drogas apenas tenía 12 años. En ese entonces ya vivía por las calles.

Los chicos mayores con quienes salía le dieron de inhalar cola de zapatero y, como él mismo recuerda, “allí empezó mi infierno”.

“A los nueve años empecé vendiendo por las calles pan casero que hacía mi mamá. No me gustaba ir a la escuela, era muy akãne. Entonces me dediqué tiempo completo a la venta. Somos 9 hermanos y éramos muy pobres. Los primeros años me iba muy bien y me portaba bien. Pero un día la pareja de mi mamá la golpeó y yo vi. Le eché al señor de la casa. Le dije a mi mamá que si él volvía el que se iba sería yo. Al día siguiente, cuando volví de mis ventas, le encontré al señor con mi mamá y desde ese día hice de la calle mi hogar”, dijo el hoy adulto de 34 años.

José recordó los duros momentos que vivió en la calle y sus inicios en las drogas. “Empecé inhalando cola de zapatero para hacer pasar el hambre, los maltratos y el frío. Después ya probé la marihuana y así me iba metiendo cada vez más en lo más profundo del infierno sin darme cuenta. Hoy estoy muerto en vida, tengo cinco entradas a la cárcel y no le deseo eso a nadie”, confesó.

Estando en la cárcel “empecé a consumir crack. Lo único que nunca hice fue lastimar a nadie, clavar o matar a alguna persona y le pido a Dios que jamás permita que mate a alguien. Que me maten a mí, pero que yo no le quite la vida a nadie”, expresó con dolor.

Al momento de la entrevista, y ya con cinco días sin dormir, según contó, se encontraba limpiando un nicho abandonado al costado de un camino asfaltado en la zona de Villa Elisa. “Me dolió mucho ver este nicho abandonado y me puse a limpiar. Me recuerda a la tumba de mi mamá, la cual no me animo a visitar porque, por culpa de estar en las drogas, un año después de su muerte yo me enteré. Eso es algo que nunca me voy a perdonar”, finalizó.

“Mamás, cuiden a sus hijos de malas yuntas”, aconsejó

“Lastimosamente yo caí en este vicio, de lo contrario hubiera tenido una familia. Por eso les digo a las mamás cuiden mucho a sus hijos de las malas yuntas, no importa si son adolescentes o ya están más viejos. Que no les permita la yunta, eso no trae nada bueno, una vez que probaste este vicio ya no se puede volver atrás. Esta mierda nos atrapa y no te suelta”, confesó.

“Recuerdo un día que me caí en la calle por una sobredosis”, siguió relatando, “mi corazón paró y yo vi mi cuerpo en el suelo. Recuerdo muy bien que alguien me dijo no es tu hora y me desperté. Unas personas estaban a mi alrededor y me ayudaron a levantar. Me hicieron sentar y me dieron agua. Apenas me pude poner de pie solo y ya volví a fumar mi marihuana”, contó.

La primera vez que pisó la cárcel fue una injusticia, que lo marcó

“Rea lmente la primera vez que pisé la cárcel fue por una injusticia, eso me marcó la vida. Recuerdo que viajaba en el colectivo y detrás mío iban dos muchachos. Al bajar uno de ellos de la nada me pegó por la cabeza. Me bajé detrás de ellos y nos peleamos. Yo estaba drogado en realidad. Justo pasaba una patrullera y nos llevaron a la comisaría. No sé por qué se ensañaron conmigo esos muchachos, presentaron una denuncia en la Fiscalía y como no quise molestar a mis hermanos pidiendo ayuda pasé 6 meses en Tacumbú. Ese fue el inicio del fin de mi vida”, dijo.

José contó que los policías que lo detuvieron se dieron cuenta de su inocencia y se encargaron de buscar a su familia y gracias a eso salió en 6 meses.

“La segunda vez que pisé la cárcel fue porque ya tenía antecedentes, las veces siguientes fue porque robé, estaba desesperado por conseguir este veneno”, expresó.