Los pasajeros ya se habían puesto los cinturones. Más de uno hizo la señal de la cruz, para no perder la costumbre. Las turbinas alcanzaron la potencia óptima y las ruedas empezaron a acelerar. Las espaldas ya se habían pegado a los respaldos cuando de golpe ¡pum! Nadie entendió qué fue lo que pasaba. El feroz avión en el que estaban instalados le bajó una frenada de aquellas. Recién al bajarse se dieron cuenta que chocaron contra una “camioneta fantasma”.
En plena pista, mientras el Boeing 737-Max de la empresa Gol estaba tomando velocidad, cuando ya corría a 275 kilómetros por ahora, a punto de perder contacto con el suelo, impactó de lleno en la parte inferior del fuselaje con una camioneta nadie supo explicar de dónde salió ni quien la dejó ahí, en medio del camino de los aviones despegando o aterrizando.
Los bomberos actuaron rápidamente y tiraron una espuma para evitar cualquier incendio. Los pasajeros procedieron al desembarco en el aeropuerto en Río de Janeiro. Pero, más allá de todo, las investigaciones se centran en saber cómo es posible que la camioneta haya estado en plena pista de despegue.
Todos coincidieron en que pudo haber terminado en tragedia, tanto si se producía un incendio en pista como si el avión, con la “panza” dañada y la parte trasera de la turbina reventada, levantaba vuelo y la presión empezaba a “arrancar” partes.
Por fortuna no hubo personas heridas atendiendo a que en la camioneta, misteriosamente, no había nadie.
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