El Papa Francisco, tras fallecer el pasado 21 de abril a los 88 años, ya descansa en su última morada, en la basílica Santa María la Mayor, tal como él mismo lo pidió.
Es el primero en un siglo que no es sepultado en las grutas de la Basílica de San Pedro. Eligió descansar en la mayor iglesia mariana del mundo.
La basílica Santa María la Mayor está a 6 kilómetros del Vaticano, en Roma. El Papa explicó en su testamento su deseo.
«Deseo que mi último viaje terrenal termine precisamente en este antiguo santuario mariano, donde siempre me detengo a rezar al inicio y al final de cada viaje apostólico, confiando mis intenciones a la Madre Inmaculada y dando gracias por su dulce y maternal cuidado», se lee en parte de su testamento.
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