Si de por sí algunos choferes de micro son un peligro en las rutas, por la forma imprudente y prepotente en la que manejan exponiendo a medio mundo a cualquier peligro, ni qué hablar cuando encima ¡están chupados! ¿Venían de alguna farra o chupan nomás luego para trasladar a sus pasajeros?

Esto fue lo que pasó con un bus que llevaba ya vaaarios kilómetros de recorrido, y que tenía a un chofer y a un guarda que al parecer estaban con el tanque de “combustible” más lleno que ¡el propio colectivo! En pleno amanecer dominguero, a la altura del kilómetro 140 de la ruta que une las ciudades de Coronel Oviedo con Santaní, efectivos de la Patrulla Caminera notaron que algo no venía bien en una unidad de la empresa Stel Turismo, que traía 30 pasajeros a bordo.

Es por eso que, de manera muy acertada y siendo las 05:50 de la mañana, decidieron hacerlos a un costado del camino para ver en qué situación se encontraban. Como parte del procedimiento, se les hizo soplar la pajita y, ¡oh sorpresa!, el primero en tener que vérselas con el ka’utest fue José Céspedes, el chofer, quien dio la “módica suma” de  0,314 mg/l. Como se dieron cuenta que no estaba en condiciones de seguir, confiaron en el guarda, por lo que también le pidieron que le meta un soplido y ¡también positivo!, aunque “solo” dio 0,102 mg/l.

Para ser liberado, el chofer debió pagar como multa G. 912.028, equivalente a 10 jornales y el guarda tres jornales.

MÁS DE UNA HORA

Los pasajeros debieron esperar más de una hora que un chofer sobrio aparezca para seguir viaje, ya que los dos que quedaron demorados está más que claro que no estaban en condiciones. Alcides Ortiz, otra persona vinculada a la empresa Stel se hizo presente y, tras soplar la pajita por las dudas, dio negativo, pudiendo manejar.