Una mujer de 59 años se llevó la mala noticia de su vida al enterarse que el hombre con quien creía haber estado viviendo felizmente casada por los últimos 20 años… ¡se había divorciado de ella apenas unos días después de la boda!

Lo que sucedió fue que el hombre, ¡31 años mayor!, no confiaba al cien por ciento en su mujer por lo visto y decidió proteger sus bienes materiales, aún cuando ella había dejado su empleo de profesora de italiano para casarse con él.

Haciendo historia, hace veinte años, cuando decidieron darse el “sí”, ella tenía solo 39, mientras que el hombre ya estrenaba los 70 pirulos, bien vividos. Pese a esa diferencia, ellos «unieron sus vidas» y vivieron dos maravillosas décadas juntos, pues viajaban frecuentemente, vivían a veces en Nueva York y a veces en Francia y él era “buena persona”. La realidad es que tan solo unos días luego del matrimonio, él arregló un divorcio en la República Dominicana.

Como el abuelo ya «oñembojapaitema támbore», parece que ella comenzaba a mirar con más atención a los documentos, cuentas, facturas que recibían y así supo de lo ocurrido – su divorcio – cuando leyó una factura de impuestos y su nombre no estaba en ella. Ahí nomás contrató a un abogado para que investigara. Luego de escarbar unos cuantos papeles, el letrado le afirmó que el divorcio era un hecho inminente y que además se había logrado bajo el argumento de “incompatibilidad de temperamentos”.

ELLA LO DEMANDÓ

Herida por la “traición” que significó haber quedado sin parte de la herencia, la mujer ahora se encuentra demandando a su “marido” por el valor de varios inmuebles, además de una pensión alimenticia para su hija. Actualmente el hombre ya tiene 90 años y ella aún no llegó a los 60.