La venta de sapos fue la novedad de la semana, una vez que doña Carmen Amarilla empezó a vender los cururukuéra para combatir el ñati’û asesino que invadió los distintos puntos del país. Luego de contar lo bien que le iba, de manera casi inesperada aparecieron al mediodía de ayer funcionarios de la Secretaría del Ambiente (Seam) e inspectores de la Municipalidad de Asunción.

Ambos grupos fueron hasta la zona del Mercado 4, en el “Paseo de los Yuyos”, para verificar si los anfibios seguían en el lugar, ya que la persona que los comercia debe contar con un permiso especial, algo así como una “cérdula” de los bichitos ra’e.

“Nos acercamos hasta el lugar, pero los sapos ya no estaban. Sabíamos que podía pasar esto porque se mediatizó, entonces los vendedores que tenían los sapos ya no llevaron”, expresó la directora de Vida Silvestre, Rocío Barreto, de la Secretaría del Ambiente (Seam).

Por otro lado, la directora resaltó que le dieron a conocer a los vendedores la ley 96/92 de vida silvestre y le explicaron que deben inscribirse en el Registro Nacional de Vida Silvestre y desde ahí se puede comercializar.

“La idea es que los vendedores vayan adecuándose con las leyes y en el ámbito administrativo. Que tengan su carné al día y sus registros”, expresó Barreto al respecto.

MUCHOS PEDIDOS

Ña Carmen contó que recibió muchos pedidos de compra para vender sus sapos, pero he’i que hasta que no tenga los papeles en regla ya no los venderá. Aseguró que los cururús no hacen daño a nadie y que es bueno para combatir al ñati’û asesino. “No le háceko daño a nadie, encima come a los mosquitos”, resaltó la doña.