Tiene tres meses, y mientras ña Rocío se gana el pan diario, ella espera sin problema en su cuna improvisada de cartón. “Desde que nació le traigo conmigo, porque hay que trabajar para poder comer”, comentó la orgullosa mami.

Con tan solo tres meses, ya siente el rigor de la vida. Y no le queda de otra. Su mamá, una sacrificada trabajadora que se desvive por no hacerle faltar nada, no cuenta con recursos para darle lujos, por lo que apela a “lo que hay” para asegurarse de que su pequeña esté a su lado, para cuidarla como Dios manda.

En un pequeño cartón, con una enorme sonrisa y tapada con una mantita color rosada, Natalí Monserrath llama la atención de los presentes que pasan por la vereda de la concurrida avenida Pettirossi, zona Mercado 4.

“Desde que nació le traigo conmigo, porque hay que trabajar para poder comer. Como mi marido también trabaja, no tengo con quien dejarle y tampoco no hay más confianza por la gente”, expresó ña Rocío López, su mamá, quien dijo que la mayor parte del tiempo la tiene a “upa” y mimándola.

Ambas se levantan a las 03:00 de la madrugada para poder llegar temprano a su puestito de venta de yuyos. Doña Rocío es también madre de otros dos hijos a quienes también crío de esta manera mientras ella trabajaba. Hoy, esos dos chicos ya van a la escuela peleando por un futuro mejor. “Están sanos y fuertes” cuenta orgullosa doña Rocío, quien pese a la adversidad, nunca bajó los brazos por darle lo mejor a sus hijos.

DESDE CAPIATÁ

Ña Rocío viene desde la ciudad de Capiatá todos los días para poder trabajar a la zona del populoso mercado. Cuenta que a pesar de todos los obstáculos, ella no se deja vencer y se siente orgullosa de su humilde y sacrificado trabajo, el cual lo viene realizando desde hace más de 4 años.