Fácilmente podríamos quedarnos a escuchar por horas las historias de don Ernesto Ramón Almada (45), taxista desde hace 20 años. Su experiencia en el oficio y sus tantos recorridos dejaron plasmados en el tiempo recuerdos imborrables. Desde los más amargos, hasta los más simpaticones, como también los que demuestran más allá del servicio, su lado humano.

Uno de ellos y el que nunca olvidará es cuando tuvo que pasar todos los semáforos en rojo sobre Santa Teresa, con el propósito de hacer llegar lo más pronto posible a una mujer que estaba a punto de dar a luz. “A la mujer ya le agarró contracciones, empezaba ya al parecer con el trabajo de parto. Tuve que sacar un pañuelo blanco y pasar todos los semáforos en rojo para poder llegar. También le bocinaba a la gente para que me de paso”, contó.

Dentro del clásico anecdótico tenemos siempre como destino los moteles. ¡Cuántas veces don Almada tuvo que “taparse” los ojos y hacer de “cómplice” ante una infidelidad! Fueron varias, según comentó. “En una oportunidad llegamos a un motel con una señora sola, el amante le estaba esperando ya en el motel. De repente llegó el marido con un arma en la mano. Por suerte ella entró en la pieza y pudimos llamar a la Policía”, relató.

También le tocó muchas veces hacer de detective, persiguiendo a maridos y esposas infieles, siguió.

“ME ASALTARON 4 VECES”

Por otro lado, Almada habló del peligro al que se exponen los taxistas. “Me asaltaron cuatro veces ya por ahí, pero el que más me tocó fue cuando entre tres me llevaron hacia Barcequillo y ahí me pusieron una navaja en el cuello exigiendo que les de todo lo que tenía. Después me ataron con alambre por el volante, y tuve que pedir auxilio a los vecinos”, dijo.

Contó también que en varias ocasiones le jodieron los pasajeros, ya que se mandaban a mudar sin pagarle el traslado.

MUCHOS NO PAGAN EL SERVICIO, HE’I

Don Cornelio Cuéllar (48), también tiene 20 años en el oficio. En su caso, nunca le robaron ni le asaltaron, pero sí muchos ya prestaron el servicio sin pagarle. “Te piden que le lleves, después se bajan y corren. Varias veces ya me pasó eso, y cada vez hay más”, contó. Igualmente dijo que el más pagador es el borracho. “Ese es el que más paga, por adelantado luego te da la plata”, relató entre risas. Comentó también que hay zonas peligrosas en las que ya no entran y cuando pillan que el cliente tiene una actitud sospechosa o visten “raro”, no les llevan nomás.