• Don Carlos Marecos (57) lleva más de 40 años trabajando en el circo y dice que es una vida que no cambiaría por nada.

“Salí de mi casa a los 15 años y me uní al circo. Me inicié como todos como ayudante, haciendo de todo, desde cavar pozos hasta subirme al trapecio. Aprendí miles de cosas, hice muchos amigos, recorrí varias ciudades y varios países. La vida bajo esta carpa no es fácil, te dedicás a tiempo completo a este arte, pero es algo único” cuenta don Marecos.

Contó que pasan la vida “preparando los números artísticos, cambiando los focos, reparando las luces, limpiando las sillas, manteniendo nuestro lugar de trabajo en óptimas condiciones para entregar todo a nuestro público. Muchas generaciones crecieron con nuestro circo, y nuestra mayor alegría cuando culmina la función es ver a las familias enteras sonriendo”.

Dijo que lo que más se escucha, una vez que las luces se encienden de nuevo, es a los “niños comentando que les pareció impresionante el truco del acróbata, o el show del mago… Ver reflejado en su rostro esa inocencia y esa magia que en el circo regala, es impresionante”.

Dijo que el presupuesto es reducido, pero sirve para vivir. “Somos artistas trotamundos, aunque hubo una época en que fue bastante difícil, en el 2008, que no había nada y tuve que cerrar mi primer circo, el recordado Circo Latino, uno de los más grandes circos paraguayos que tenía hasta caballos entrenados que eran toda una sensación” recordó.

SU HIJO ESTÁ EN EL TIHANY

“Mi único hijo Marcelo Marecos que viajó a México a trabajar conmigo, y ahí fue visto por la gente del circo Tihany. Desde hace 10 años forma parte del elenco estable del circo”, contó con orgullo don Carlos. Dijo que tras cerrar su circo Latino volvió años después con todo ahora con el circo Kdabra. Actualmente, están en la ciudad de Ñemby, en la excancha de Yegros.