Un padre ejemplar, un marido inigualable, un yerno que cualquiera quisiera tener, un hermano incomparable y un hijo ideal. Así calificó doña Fátima Garcete, la suegra, a Cipriano Vera Ferreira (38), quien fue cobardemente asesinado durante un asalto perpetrado en la tarde del pasado viernes en un supermercado capitalino.

Oriundo de San Pedro, vino hace 16 años a la capital, donde se puso las pilas para laburar. Conoció a Mónica Fabiola Cabral, quien más tarde sería la madre de sus cuatro hijos de 15, 12, 9 y 4 años que dejó como legado en esta tierra antes de partir.

“Les amaba a su esposa, a su mamá, a sus hermanos. Le llamaba a su mamá antes de ir a trabajar, cuando venía a almorzar le llamaba de nuevo. Su vida era su familia, su esposa y sus hijos eran todo para él. Su nena más chica era su adoración. Dios lo llevó, pero él dejó su vida acá”, dijo entre llantos Fátima.

“Ayer vino a almorzar y había sido era la última vez que le veíamos. Se entregó, por eso le dispararon, le dieron bajo el brazo donde no le cubría su chaleco” señaló además. Aseguró que pese a cualquier tormenta, siempre mantenía viva su sonrisa. “Todos los días andaba sonriente, te saludaba con una sonrisa, te despedía con una sonrisa. Era muy alegre, muy tranquilo”, manifestó la mujer.

Segunda vez

Fátima comentó que no era la primera vez que el lugar de trabajo de Cipriano era víctima de un ilícito, ya que con anterioridad se encontraba laburando para una farmacia que fue víctima de una tentativa de robo pero que la alarma espantó a los malevos. Añadió que hace solo tres meses había sido trasladado al súper y ya presentía que algo malo podía pasar.

Asalto

El hecho se había registrado cerca de las 18:00 horas del viernes en el supermercado “Lambaré”, ubicado entre las calles Félix Bogado casi Monseñor Juan Moleón Andreu de la capital. A bordo de dos motocicletas, dos fulanos llegaron al sitio, donde accedieron sin sacarse los cascos protectores, yendo directamente contra Cipriano.

Según testigos, se escucharon al menos cinco disparos, de los cuales dos de ellos acabaron con la vida del guardia. Se presume que el blanco de los delincuentes era la empresa Servifácil, a la cual el finado brindaba sus servicios.

Sin conseguir dinero alguno de la misma, los malevos se apoderaron de la recaudación de la caja registradora número siete y rajaron. Investigadores se encuentran vicheando los circuitos cerrados del lugar para identificar a los autores.