Sergio Daniel Brizuela regresó a nuestro país con su familia tras siete años de estadía en la capital curepí, estableciéndose en el distrito de San Rafael del Paraná, Itapúa, sin siquiera imaginar que su regreso representaría una de las pesadillas más terribles que pudiera vivir.

El hombre relató en una entrevista con el medio local Itapúa en Noticias, que todo comenzó el pasado 19 de junio. Con una orden de allanamiento, una patrullera cargada de polis supuestamente exigió la entrega de todo el dinero que había traído de ashá (unos 130 mil pesos) asegurando que no debían denunciarlos ya que si lo hacían lo pagaría con su vida y la de los suyos “porque sus socios son todos policías”.

Sin embargo, esta no sería la única “visita”. Pese a que el hombre obedeció a la amenaza y no realizó denuncia, la historia se repitió el 20 de julio. Esta vez decidió hacer la denuncia en la comisaría jurisdiccional, contra dos polis que pudo reconocer: el subcapo de la División, Julio Cabañas y un oficial inspector de apellido Añazco. Pero peor fue el remedio que la enfermedad voi. Este fin de semana fue visitado una vez más, pero en esta ocasión la cosa se complicó.

Cuñado herido

Al son del saludo “policía, policía” se quebró la calma. Sergio se disponía a sacar la tranca, cuando a mansalva una lluvia de disparos explotó. En la parte trasera, donde se encontraba Ángel Otazú, su cuñado, otro grupo ingresó a tiros. Tres lo alcanzaron, siendo auxiliado hasta el Hospital de Traumas.