LUQUE. Carpeta. Fotocopias y algunos libros. Una remera y hasta un quepis. Estos son los elementos que cualquiera podría encontrar en la mochila de un aplicado estudiante. Pero, en este caso, todo esto no era más que una perfecta fachada para aparentemente pasar desapercibido tras perpetrar robos, así comentó el comisario César Lara, jefe de la 50.ª Central.

Y todo eso era precisamente lo que llevaba L. D. B. E. (16), un precoz presunto delincuente detenido en el barrio Laurelty de Luque. “Sacaba el arma para asaltar, y cuando terminaba el asalto, lo escondía en la carpeta entre un libro que llevaba adentro que había cortado en el medio para meter el arma”, contó Lara, asegurando además que este sería un nuevo modus operandi bastante ingenioso para intentar chulear los controles, y que no se los reconozca luego de los atracos.

“Llevaba también una remera para cambiarse después de perpetrar los asaltos, y el quepis para que no se los reconozca”, señaló el comisario.

Expresó que de ahora en más tendrán que vichear absolutamente todas las pertenencias de los motocas cuando están tras motoasaltantes, ya que es impresionante la forma en que los mismos idean nuevas maneras para escurrirse de los controles.

Enfrentó y redujo al asaltante

Un corajudo mitã’i fue la víctima elegida por el precoz supuesto delincuente: E. G., de 16 años. El motoasaltante aprovechó que el dieciséisañero se encontraba parado frente a una conocida plaza, cuando por detrás lo sorprendió con un revólver en la cabeza exigiendo la entrega de la moto. Lejos de sentirse intimidado E. G. se negó a entregar el biciclo.

Ahí nomás, el delincuente decidió gatillar dos veces al abdomen de su víctima, pero afortunadamente, el revólver no percutió. “Tiré mi moto y le di un puñetazo. Forcejeé con él y por suerte logré sacarle su arma”, contó E. G., quien con ayuda de vecinos y su amigo lograron reducir al asaltante, quien fue entregado a la Poli.

El lomito del “amor” y lo que casi fue tragedia

LO AYUDÓ. Cristhian ayudó a su amigo que era asaltado

LA YIYI. Recibió su cena y al ver el asalto le pegó un pique.

Caterine había llegado a su vivienda tras el laburo, y cerca de las 22 horas recibió un mensaje de Cristhian, un chico bastante interesado en ella, según comentó. Por su parte, el joven de 18 años, como la considera una “buena amiga”, según dijo, le invitó a la lomitería de su hermano para cenar a lo que ella respondió que era muy tarde y peligroso.

Sin embargo, Cristhian como todo un caballero se ofreció a llevarle la cena, y así lo hizo. E. G. y Cristhian abordaron la moto y en cuestión de minutos se encontraban frente a la plaza, donde poco después por poco acaban los días del menor.

“Todo pasó muy rápido… Cuando le vi al de la moto que estaba con el que parecía que iba a quitar algo de su cintura, me fui corriendo y agarré el arma, gatillé y explotó. El tipo se rajó”, contó.