• RETROCEDER, NUNCA. Empezó a cursar la carrera de Contabilidad, y es por darle un futuro a su nena que no piensa abandonar por nada del mundo

YBYCUÍ. Ser mamá soltera no es tarea fácil. Cargar con esa responsabilidad de manera solitaria hace que todo se complique al doble.

Muchas mujeres que están en esta situación bajan los brazos y dejan de soñar con el futuro para simplemente sobrevivir al presente.

Pero hay otras que lejos de darse por vencidas luchan a brazo partido para lograr lo que se propusieron como meta en la vida.

Una de ellas es Gabriela Ferreira, una joven de 21 años que desde hace unos meses está “batallando” a dos frentes: ser madre y a la vez estudiar para darle un futuro a esa princesita de 11 meses que tiene, llamada Ailyn.

Con orgullo, cuenta que este 2016 que se fue marcó su vida. “La llegada de mi hija me cambió la vida. Tuve responsabilidades que antes no tenía, pero no me quitaron mis ganas de seguir estudiando. Estoy cursando la carrera de Contaduría. Al mirarla, tengo ganas de continuar luchando” contó.

El día en el aula no fue algo fácil de sobrellevar al comienzo, pero luego, Ailyn pasó a ser la “hija” de la clase, al punto que todos juegan y se “enamoraron” de la peque.

“Mis compañeros y profesores siempre me tuvieron en cuenta. Siempre me felicitan por el valor de luchar con mi hija en brazos, de no abandonar mis sueños” contó Gabi.

“La responsabilidad de llevarla conmigo a todas las clases es muy grande. No fue fácil separarme de mi pareja y volver a vivir en la casa de mis padres, pero me puse un objetivo y lo estoy logrando” contó sabiendo que lo suyo no es “así nomás” como por ahí muchos piensan.

Eso sí, mamá y papá no la dejan sola. “Ellos siempre me ayudan. De hecho, papá es el que hace posible que yo pueda estar al día con los gastos que genera estar en una Universidad privada” he’i.

Una “hermandad” para dar ayuda dentro de la casa

Luego de lo que fue la separación, Gabi tuvo que volver a casa de sus padres. Ahí la esperaba con los brazos abiertos una familia que la amaba y adoraba a esa pequeña y risueña gracia del Señor que conquista a todos con su ternura.

“Soy la segunda de seis hermanos. Solo mi hermana mayor se casó y se fue de casa. Yo después que me separé volví a vivir con papá y mamá. Además acá están mis otras tres hermanas y el único varón” contó sobre la intimidad de puertas para adentro.

Dijo que “ellos me dieron la fortaleza y el amor para seguir adelante. Además le tengo al Divino Niño Jesús, que siempre me protege a mí y a mi hija. Me siento bendecida por todo esto que me está tocando vivir”.