Don Quemil Yambay está hoy de parabienes, ya que apaga su velita número 79. El hombre que nos tiene acostumbrados a imitar a un sinfín de animales, se inició en la música desde chiquitito.

“Recuerdo que mis padres me hicieron de tablita para mi guitarra. A mi papá no le gustaba la música, era sirio-libanés y mi mamá era la que me decía que continúe”, había contado en una ocasión a Crónica, quien chusmeó cómo surgió la idea de imitar a todos los animalitos.

“De chico siempre iba a la chacra con mi padre y por el camino me ponía a imitar los diferentes sonidos de las aves, nos reíamos en todo el camino, así empecé” confesó el músico.

Pero su gran sueño era ser pelotero, incluso llegó a practicar por su club el Cerro Porteño. “Jugaba muy bien, a los 16 o 17 años vine a jugar a Cerro Porteño, era “guin” izquierdo pero un día me dijeron que tenía miopía y que no iba poder jugar al fútbol. Tuve que volver a mi valle, Alfonso Tranquera, a seguir con la música”.

Pero la miopía no fue ningún obstáculo para su carrera sino todo lo contrario, contó que a partir de ahí comenzó a escribir mejores versos y poemas, y de ahí surgieron temas como “Lorito oga” y “Areko cuatro kuña”.

Don Quemil he’i que va a continuar hasta donde pueda, “me siento bien y gracias a Dios mi hijo Chayanne me acompaña siempre, él es bajista y tocamos juntos”, declaró el músico.

Tesoros humanos vivos

En 2007, Quemil Yambay junto con el guitarrista Efrén “Kamba’i” Echeverría, recibieron un homenaje con la denominación de “Tesoros humanos vivos”, organizado por la Comisión Nacional Paraguaya de Cooperación con la Unesco.

FESTEJO

En la casa de una de sus hijas se prepara hoy un festejo familiar, con la presencia de todos sus hijos y nietos para comer un rico asadito.