Todo habrá sucedido en cuestión de uno a dos minutos. Pero para Estela fue como si su vida se hubiera quedado detenida para siempre. Si bien no era la primera vez que le tocaba un hecho parecido a la familia, ya que según comentó es el 4.º asalto, para ella y sus dos pequeñitas era la primera vez.

Poner a salvo a las nenas para luego armarse de valor y enfrentar a los delincuentes fue cosa de instinto, ese maternal del que nadie se salva. La mujer regresaba a casa luego de la clase de danza de las niñas, y para mala suerte de los delincuentes, llevaba un palo que una de ellas usaba en uno de los estilos que practica y sin dudar luego de hacer correr a las peques, Estela Arrúa arremetió a palos contra los delincuentes.

“Me grita ‘celular, celular’, ahí les dije a mis hijas que corran. Mis hijas gritaron desesperadas, lo único que quería era que ellas corran. Habrá pensado que quería sacar mi celular, saqué el palo y le pegué. Sacó el arma y corrí y cerré mis ojos y esperé que no me disparen”, contó.

¡AUXILIO!

Los gritos de auxilio fueron escuchados por un vecino que tampoco dudó en ayudarlas, y los delincuentes rajaron con las manos vacías.