Agapito Centurión, joven soñador de 25 años, cuando iba cursando el 3.º año de la carrera de Odontología, recibió un duro golpe: su papá, quien costeaba sus estudios, quedó sin trabajo y el sueño de “Aga”, como lo llaman de cariño, casi quedó en el oparei.

“Mi papá se quedó sin trabajo, fue un golpe para la familia porque somos 4 hermanos, yo soy el mayor, y ellos también estaban en etapa escolar. Pensé en dejar la carrera”, decía el joven, recordando que su padrino, ahora ya fallecido, le había ayudado a pagar la cuota del mes para que pueda rendir en aquel entonces.

Sus ganas de seguir estudiando para llegar a la meta de ser odontólogo fueron más fuerte que cualquier “tormenta”. A pesar de tener un horario continuado en la Facultad, que no le daba tiempo para trabajar, empezó a repartir su currículum, hasta que un día le llaman para ser recepcionista en horario nocturno en un conocido laboratorio, trabajo que le ayudó a poder culminar sus estudios. Hoy día es odontólogo.

“Esos dos últimos años de la carrera tomé las materias que me permitían trabajar, salía las 15:30 de la Facu, de ahí corría al laboratorio porque entraba las 16:00 y salía las 22:00. Dormía re-poco porque solía estudiar hasta las 2 o 3 de la mañana”, decía el joven, orgulloso luego de que el año pasado se recibió como doctor después de tres largos años de lucha diaria.

“Mis padres hicieron de todo para ayudarme”

“Aga” hoy día está trabajando en su profesión, pero aún sigue siendo parte del laboratorio. Contó que todo se lo debe a sus papás que le ayudaron en todo, y que su siguiente meta es terminar un posgrado en Pediatría Odontológica e iniciar otra para atención a niños con capacidades diferentes.

“Mis padres hicieron hasta lo imposible para ayudarme, ahora quiero abrir una fundación con atención gratuita para niños con capacidades diferentes”, decía el doctor quien una vez al mes hace atenciones gratuitas con la fundación “Manos de amor”.