Hay personas que hablan fuerte, pero otras gritan al perder la paciencia con los hijos adolescentes. Los problemas, el estrés de la casa, cómo llegar a fin de mes y un montón de cuestiones que muchas veces hacen que los grandes “reventemos” ante alguna mala conducta de los chicos. Sin embargo, los especialistas hoy en día recomiendan que antes de “explotar” se cuente hasta 10, se respire profundo y se busque una alternativa para educar. Si en ese momento los “nervios” le ganan, espere un tiempo.

Según Tania García, psicóloga familiar, educar con gritos es más fácil porque es lo que aprendieron desde pequeños, pero que a la larga solo perjudica la salud emocional de los hijos.

García invita a los padres a reflexionar, que las consecuencias negativas de los gritos a nuestros hijos son mayores que los beneficios. “Educar gritando les aporta malestar constante, estrés, problemas de concentración, desmotivación, frustración, rabia, baja autoestima, desatención, mal ejemplo; si gritamos, ellos gritarán y un largo etcétera”.

Lleva más trabajo, pero para eso hay que ponerse en los zapatos de los chicos, mirar desde la perspectiva del otro.

Respirar

Pensar si aquello que ha hecho es tan grave, tan importante o, por el contrario, es algo que se puede pasar por alto. Simplemente una manera de hacer.

Perdón

Muchos padres se enojan y exigen que sus hijos pidan perdón a sus hermanos, a sus amigos, a los mismos padres y se olvidan de dar el ejemplo. Debemos pedir también a ellos cuando hemos faltado al respeto.