LIBRES. Los cursos son variados, como mínimo 3 años para aprender y luego ir perfeccionando la técnica, cada uno elige en qué especializarse.

Convertir el duro metal en una delicada joya es una maravillosa herencia de familia, para aprender la técnica se requiere paciencia y transformar el propio espíritu en cada creación.

La idea de transmitir esos conocimientos a toda persona con ganas de aprender es lo que une a un grupo de artesanos orfebres en Itajú, escuela de joyería en Luque. La Municipalidad les cedió un espacio dentro del Mercado número 2, en el centro mismo, donde los cursos se imparten gratuitamente desde hace dos años.

“Queremos que perdure en el tiempo y espacio, esperamos a las personas interesadas y que deseen sobresalir”, indicó Víctor Aguilera, uno de los instructores que desde los 8 años aprendió el arte, de la mano de su padre.

La escuela está abierta de lunes a sábado hasta las 17 horas, el requisito es traer la fotocopia de cédula y ganas de aprender. Muchos alumnos vienen de Asunción, otros de Areguá, hasta extranjeros, hay personas que hacen un curso intensivo, otros ya tienen habilidades y vienen a perfeccionarlo.

En el taller también asisten otros artesanos que no tienen todas las herramientas para trasfilar los hilos del material para la creación de su joya.

Cada pieza es un desafío para la paciencia

Hay que tener una paciencia, moldear el espíritu. “Si sale mal el trabajo hay que tener paciencia por uno mismo para fabricar, si sale mal volver a hacer el trabajo hasta que salga el modelo y unir pieza por pieza” indicó Vicente Sosa, otro de los instructores en la escuela Itajú, quien también aprendió de su padre la orfebrería desde los 8 años.

Cada modelo es un desafío, lo haces una vez y a veces nunca más te sale igual. “Las ideas que brotan de cada artesano son ilimitadas, aquí ampliamos los conocimientos, queremos que se pongan las pilas y con una preparación poner una tienda completa”, señaló.