• ¿SERÁ PIKO? Fue asesinado, pero no dejó de estar entre los pobladores, según testimonios de aquellos que aseguran sigue como siempre, frecuentando el barrio

Hace unos días, una publicación de Crónica hizo un repaso de las localidades o zonas a nivel país que tienen unos nombres realmente llamativos y únicos, contados por los propios conocedores de estos lares. A eso también se le sumaron las denominaciones de algunas calles que son realmente pintorescas, que guardan diferentes historias. Una de ellas es la calle “Zapatero Cué”, ubicada en la ciudad de Nueva Italia, cuya zona también se conoce así.

El origen de su nombre encierra una historia fatídica y a su vez asombrosa de la que hasta hoy en día se habla en el lugar. Se llama así en honor a un zapatero del barrio al que se le mató a martillazos allá por el año 1945.

“En ese sitio -en lo que hoy es su intersección con la Calle Cuarta- se le asesinó al zapatero. Se le asesinó es un decir porque sigue entre nosotros”, dijo don Agripino Ortiz (75), quien desde chico ya escuchaba esa historia y en varias ocasiones la “sintió” a flor de piel. Es por esa razón que afirma que el póra del zapatero sigue en el lugar.

“Hay varias personas que al pasar por ahí escuchan su voz, o gritos, o algún que otro ruido que hace”, dijo el karai dejando en claro que su historia se mantiene inalterable en la mente del pueblo.

“Nadie le tiene miedo, es como el amigo de todos. Él (por el zapatero) tenía su humilde vivienda ahí donde se le mató. Y en ese lugar, que ahora es todo monte, siempre se manifiesta. A mí varias veces ya me pasó”, agregó el don.

SE OYE

Quienes pasan por el lugar aseguran que hay veces que se escucha el sonido del martilleo por el zapato.

Lo mataron con su propio martillo de laburo, he’i

Cuenta la historia que el zapatero fue asesinado a martillazos con su propio martillo, que utilizaba para colocar la suela a los zapatos. Según contó don Agripino, “fueron unas personas las que se metieron en su negocio para robarle. Lo sujetaron con fuerza y utilizaron el martillo que él tenía para matarlo”.

Las remembranzas dicen que el hombre no era de tener problemas con nadie, sino por el contrario, era muy amigo de todos. No vivía una vida de lujos, pero jamás le faltó nada. Y cuentan que cuando debía hacer un poco de solidaridad con aquellos que menos tenían, no dudaba un segundo.

“Quienes me contaron lo que pasó me dijeron que era buena persona. Sorprendió el final que tuvo” recordó Agripino.

“Cuando hay amenaza de lluvia se escuchan los martillazos…”

Dos calles cargadas de arena y leyenda se entrecruzan abriendo las puertas de par en par a relatos que aseguran la veracidad de esta leyenda. No son pocas las personas quienes dicen que más allá de existir varios incrédulos, todo aquello que corrió de boca en boca no es más que la pura verdad.

“Cuando ya hay amenazas de lluvia ya se escuchan los martillazos katuete”, dijo Mirtha Medina, de la zona. “Siempre se escucha que está por ahí, a través de ruidos y movimientos que hay”, agregó por su parte doña Carolina Mendoza, pobladora de la zona.

De quienes viven en la zona ya nadie pudo conocerlo en vida

El tiempo pasó. Y aquellos que alguna vez habitaron en el lugar eligieron otros puntos para continuar camino. Hoy, el lugar se presenta como un paraje inhóspito. De quienes viven en la zona, ya no quedan pobladores que lo hayan visto en vida y aún se recuerden de él, pero la tradición de esta leyenda fue pasando de generación en generación, como si se tratara incluso de una historia folclórica a la que más allá de las palabras, es el sonido quien la mantiene viva.