• IGUALITO. Todo estaba como si hubiera sido ayer, aún tenía las llaves originales, el manual y los recibos que pagó por el vehículo antes de que se esfumara

CIUDAD DEL ESTE. Una historia que pocas veces ocurre y por ese motivo debe ser contada, y más si es contada por uno de los artífices si tuviera un final feliz.

Jefter Sensato, un brasileño que vive en Matto Grosso, a quien hace 16 años le habían robado en la zona de Foz de Yguazú su querido Chevrolet Opala año 1979, tuvo la dicha de ser recuperado una década y media después. Como se suele decir, “la esperanza es lo último que se pierde” y así mismo fue.

Robert Acosta, aspirante a bombero voluntario en Ciudad el Este, fue el que hizo posible este milagro, por llamarlo de alguna manera. Hace 10 años, Robert se compró el auto, tuvo que pagar todos los trámites de despacho de Aduanas y de esa manera obtener la cédula verde para transitar libremente.

“Yo no sabía que el mismo estaba denunciado como robado en el Brasil, hasta que en una oportunidad le pregunté a un amigo que vive en Foz de Yguazú si me podía averiguar a nombre de quién figuraba en el Brasil el auto, fue así que me contó figuraba como robado”, dijo.

Acosta preguntó si había manera de que pudiera contactar con esa persona y este amigo lo buscó y hace cuestión de 4 meses pudo contactar con la esposa. “Me puse en contacto con ella y le comenté que quería devolver el “Opala” a su verdadero dueño; la mujer al principio no me creyó y me comentó que su esposo estaba gravemente enfermo y que una noticia de estas podía afectarlo mucho y que esperaba no se tratara de una broma, ya que su marido durante años se pasó recordando el auto que le robaron”, comentó.

No podía creer lo que pasaba

El primer propietario del “Opala” estuvo cerca de 21 días en terapia intensiva, estaba más allá que acá y fue mejorando con el correr del tiempo. Luego de su recuperación milagrosa, vinieron los primeros mensajes, en los que se enteró sobre el paradero de su querido auto, del cual siempre se propuso encontrarlo.

“Cuando le mencioné que podía venir a buscar el auto, que se lo iba a devolver sin problemas, fue una sensación única, me dijo que Dios le dio otra oportunidad de vivir y que otra prueba era esta, porque había perdido las esperanzas de volver a recuperar mi auto”, recordó.

“Una experiencia única la que pasamos ese día”

Roberto contó que entre lágrimas de emoción, a ambos les invadió ese momento de sentimientos encontrados. “Él pudo volver a ver su auto y estaba feliz; en tanto que en mí la tristeza me superó, por todas las experiencias que viví con mi primer auto, pero con la alegría de haber hecho algo bueno y no me arrepiento para nada de lo que hice”, indicó. Para el aspirante a bombero fue bastante satisfactorio en lo personal ver cómo el señor lloraba y no paraba de agradecer que le hayan devuelto algo que él creyó haber perdido para siempre, hasta las ruedas originales lo tenía impecable.

1979

Es el año del vehículo y el joven lo compró por unos siete millones, hace 10 años atrás.